En camino hacia el Jubileo 2025 “Peregrinos de esperanza”, los Círculos de Discípulos de Joseph Ratzinger se dieron cita en Roma para participar de su IV Simposio y profundizar en su pensamiento.

El encuentro se llevó a cabo del 12 al 15 de septiembre, y contó con la participación de los Círculos de Discípulos —que fueron estudiantes de Ratzinger— y del Nuevo Círculo formado por teólogos y filósofos especialistas en su pensamiento, un grupo que tiene mayoría de presencia alemana, pero también representantes de España y Chile.

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Estos encuentros se llevan a cabo con cierta frecuencia y tienen el objetivo de mantener vivo el pensamiento del Papa Benedicto XVI y continuar con su legado. En esta oportunidad, y a pocos meses del Jubileo, fue ocasión para reflexionar sobre la santidad en la vida cristiana y de la Iglesia.

Además del simposio, titulado “La santidad como finalidad de la teología y de la vida”, que contó con la presencia del Cardenal Kurt Koch, prefecto del Dicasterio para la promoción de la Unidad de los cristianos y protector del Nuevo Círculo; y del Cardenal Rino Fisichella, prefecto del Dicasterio para la Nueva Evangelización, el encuentro tuvo momentos de oración y celebraciones litúrgicas.

Durante el simposio, que llevó el lema tomado del pasaje del Evangelio de Juan “Y por ellos yo me santifico, para que también ellos sean santificados en la verdad”, también fue oportunidad para que los presentes puedan reflexionar sobre los temas tratados, intercambiar experiencias y miradas sobre el futuro.

Las ponencias fueron presentadas por el Cardenal Koch, también protector del Nuevo Círculo, y permitieron a los asistentes y a quienes siguieron el acto a través de internet, identificar los elementos propios de la santidad cristiana.

En su exposición, el Cardenal Fisichella hizo hincapié en el tema de la santidad, la santificación y la huella visible de Dios en los santos. También se refirió al tema del próximo Jubileo, asegurando que “nadie puede quedar excluido de la esperanza; todos están invitados a experimentarla”.

Citando a Benedicto XVI, señaló que “conocer a Dios, al verdadero Dios, significa recibir esperanza”, y consideró que los cristianos tenemos “gracias a la esperanza en la que fuimos salvados, la certeza de que la historia de la humanidad, y la de cada uno de nosotros, no se dirige hacia un callejón sin salida o hacia la oscuridad, sino hacia el encuentro con el Señor de la gloria”.

“La esperanza cristiana tiene como contenido fundamental esta referencia a la redención, que lamentablemente parece cada vez más ausente en la teología, y con ello en la predicación y catequesis, casi llegando a desaparecer”, lamentó. 

En esa línea, recordó las palabras del Papa Benedicto XVI, quien “era plenamente consciente de esto cuando, al comienzo de su encíclica [Spe Salvi] escribió: ‘La salvación, no es simplemente un dato de hecho. Se nos ofrece la salvación en el sentido de que se nos ha dado la esperanza. Una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino’”.

Al referirse a la búsqueda de la vida eterna en el mundo actual, el Cardenal Fisichella planteó que muchas veces la vida eterna “parece más un obstáculo que una bendición”, y que es tarea de la Iglesia establecer la unidad entre el anuncio de la esperanza y los signos que la representan, para mantener viva la fe y dar respuesta a las preguntas de aquellas personas que se sienten solas, abandonadas o marginadas.

Un momento especial del encuentro fue la celebración que tuvo lugar en el altar de la tumba de San Pedro, junto al sitio donde descansan los restos de Benedicto XVI.

Uno de los frutos de esta nueva reunión de los Círculos de Discípulos de Ratzinger fue la renovación de la vocación a la santidad, y del llamado a la esperanza cristiana.