Como es habitual después de cada viaje apostólico, el Papa Francisco dedicó la Audiencia General de hoy a reflexionar sobre su paso por Asia y Oceanía.
Desde el 2 hasta el 11 de septiembre, el Santo Padre visitó Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur, realizando así el viaje más largo de su pontificado.
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El Papa Francisco llegó en papamóvil este 18 de septiembre a la soleada plaza de San Pedro y saludó a los fieles presentes, deteniéndose para besar a numerosos niños pequeños.
Un anuncio de boda
Antes de comenzar, el Papa Francisco presentó al público dos “suicidas”, un hombre y una mujer que fueron los encargados de leer las lecturas previas y que se casarán el sábado próximo.
Después de pedir un aplauso para ellos, resaltó que “es bonito ver cuando el amor nos lleva adelante para formar una nueva familia y por eso he querido presentar a estos dos, para agradecer al Señor”.
Al inicio de su reflexión, el Santo Padre precisó que su viaje es “apostólico” y no “de turismo”, ya que lo realiza para dar a conocer la Palabra de Dios y conocer al mismo tiempo “el alma de los pueblos”
Destacó que en este reciente viaje quiso seguir el ejemplo de Pablo VI, cuando visitó Filipinas y Australia.
“¡Doy gracias al Señor, que me permitió hacer como Papa anciano lo que me hubiera gustado hacer como joven jesuita!”, exclamó a continuación, ya que el Santo Padre tenía el deseo de ir allí como misionero cuando era joven.
“La Iglesia es mucho más grande que Roma o Europa”
También precisó que todavía, al pensar en la Iglesia, seguimos siendo demasiado “eurocéntricos” o también “occidentales”.
En realidad, señaló el Pontífice, “la Iglesia es mucho más grande”, más que Europa o Roma, y afirmó que también “está más viva”.
“Lo experimenté con emoción cuando conocí esas comunidades, escuchando los testimonios de sacerdotes, monjas, laicos, especialmente catequistas. Iglesias que no hacen proselitismo, sino que crecen por atracción”.
En Indonesia, el país musulmán más grande del mundo, el Santo Padre encontró “una Iglesia viva, dinámica, capaz de vivir y transmitir el Evangelio”.
En ese contexto, tuvo la confirmación “de cómo la compasión es el camino por el que los cristianos pueden y deben caminar para dar testimonio de Cristo Salvador y encontrarse al mismo tiempo con las grandes tradiciones religiosas y culturales”.
También aseguró que allí vio “que la fraternidad es el futuro, es la respuesta a la anti-civilidad, a las tramas diabólicas del odio y la guerra y también del sectarismo”.
La belleza de una Iglesia misionera
En Papúa Nueva Guinea, la segunda parada del viaje más largo de su pontificado, encontró la belleza “de una Iglesia misionera en salida”.
Allí, donde las diferentes etnias hablan más de ochocientas lenguas, señaló que se trata de “un entorno ideal para el Espíritu Santo, al que le encanta hacer resonar el mensaje del Amor en la sinfonía de los lenguajes”. También añadió que el Espíritu Santo es el “jefe de la armonía”.
“Me alegró el corazón poder pasar algún tiempo con los misioneros y catequistas de hoy; y me conmovió escuchar las canciones y la música de los jóvenes: en ellos vi un futuro nuevo, sin violencia tribal, sin dependencia, sin colonialismo económico o ideológico”, expresó.
En este sentido, resaltó que Papúa Nueva Guinea puede ser un “laboratorio” de este modelo de desarrollo integral, animado por el “fermento” del Evangelio.
Destacó también la valentía de los misioneros de Vanimo, quienes se adentran en el bosque en busca de las tribus más escondidas y que la fe debe ser “inculturada” y que las culturas se evangelizan. Fe y cultura.
“No olvidaré nunca la sonrisa de los niños”
Respecto a su parda en Timor Oriental, destacó que se trata de un pueblo “probado pero alegre, un pueblo sabio en el sufrimiento”.
“Un pueblo que no sólo genera muchos niños, — había un mar de niños, muchos— , sino que les enseña a sonreír. No olvidaré nunca la sonrisa de los niños, de aquella patria, de aquella región. Sonríen siempre los niños allí, y son tantos”, señaló.
Además, afirmó que allí vio la juventud de la Iglesia: familias, niños, jóvenes, muchos seminaristas y aspirantes a la vida consagrada. “Yo querría decir, sin exagerar, que respiré aire de primavera”.
Una esperanza más grande que los beneficios económicos
La última etapa de este viaje fue Singapur, "un país muy diferente de los otros tres".
“Los cristianos allí son una minoría, pero siguen formando una Iglesia viva, comprometida a generar armonía y fraternidad entre las diferentes etnias, culturas y religiones”, expresó.
Para el Santo Padre, incluso en la rica Singapur existen los “pequeños”, que siguen el Evangelio y se convierten en sal y luz, “testimonios de una esperanza más grande de aquella que los beneficios económicos pueden garantizar”.
Por último, agradeció a estos pueblos por acogerle “con tanto calor, con tanto amor”, así como a sus gobernantes y autoridades.
“Agradezco a Dios por el don de este viaje y renuevo mi gratitud a todos ellos. Que Dios bendiga a los pueblos que he encontrado y los guíe por el camino de la paz y la fraternidad”, concluyó.
Lamenta las víctimas de inundaciones en Europa
A continuación, lamentó las lluvias torrenciales y las víctimas que han dejado las inundaciones en Austria, Rumanía, República Checa y Polonia.
Mostró su cercanía a los familiares, aseguró sus oraciones por los que han perdido la vida y agradeció la labor de los voluntarios.
Jornada Mundial del Alzheimer
Recordó también que el próximo sábado 21 de septiembre se celebra la Jornada Mundial del Alzheimer: “Oremos para que la ciencia médica pueda ofrecer pronto perspectivas de curación para esta enfermedad, y para que se activen siempre más intervenciones para el sustento de los enfermos y de sus familias”, exhortó.
Ora por el fin de las guerras
Al término de la Audiencia, pidió por la paz en el mundo y el cese de los conflictos. SUbrayó que la “guerra es una derrota” e invitó a no olvidar “Palestina, Israel, la martirizada Ucrania y Myanmar”. “Que el Señor nos de a todos un corazón que busca la paz”, concluyó.