Más de 650.000 peregrinos se congregaron este fin de semana en la ciudad de Salta, en la provincia argentina del mismo nombre, para celebrar uno de los acontecimientos con más convocatoria del devocionario católico local: la Fiesta de Nuestro Señor y la Virgen del Milagro.

En ese marco, el Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge García Cuerva, presidió este domingo la Misa Estacional, y comenzó su homilía diciendo: “Las palabras (...) jamás alcanzan, si lo que hay que decir desborda el alma”.

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“Cuesta mucho poner en palabras lo que se siente” en la “Fiesta del Milagro”, admitió el prelado, quien caminó durante cuatro días acompañando la peregrinación de más de 170 kilómetros desde San Antonio de los Cobres, también en la provincia de Salta.

Dejarnos mirar por el Señor

“En la Cruz del Señor del Milagro encontramos fuerza para seguir en el camino de la vida, porque al lado de nuestro pueblo sencillo reconocemos que todos somos frágiles, reconocemos que nadie puede solo, reconocemos nuestra vulnerabilidad y la necesidad que tenemos del Señor del Milagro", expresó.

Al ver a los peregrinos mirando las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro, destacó Mons. García Cuerva, “había una comunión de miradas en un profundo silencio”.

En ese sentido, señaló, “nos queremos dejar mirar por su mirada de misericordia, que cura las heridas del alma, como tantos servidores curaron nuestros pies durante la peregrinación de estos días”.

“Nos queremos dejar mirar por su mirada brillosa, como la de todos que llegamos a tus pies, emocionados hasta las lágrimas, porque llorar nos hace bien, porque fabricamos lágrimas y limpiamos la mirada y así, miramos el futuro con mayor esperanza y vemos un horizonte para salir adelante como argentinos”, dijo. 

Libres como Jesús

En ese marco, Mons. Cargnello expresó: “¡Señor del Milagro, gracias por atraernos hacia ti para renovar, también este año, el Pacto de amor contigo!".

"¡Aquí nos tienes, Señor! Traemos nuestros dolores, nuestras preocupaciones, la pobreza de muchos argentinos. Con nosotros vienen nuestros pecados, nuestras infidelidades, pero también nuestras esperanzas que se apoyan en tu fidelidad constante y siempre renovada", afirmó.

Con este pacto “abrimos nuestro corazón a su Espíritu para que Él nos haga capaces de ser libres como Jesús", explicó y precisó: “Somos verdaderamente libres en la medida en que hacemos el bien”.

Luchar contra el “tsunami destructor” de la sociedad

Para vivir plenamente esa libertad en la sociedad, el Arzobispo de Salta llamó a focalizar los esfuerzos para luchar contra el “tsunami destructor” que es “la violencia, el flagelo de la droga, la inequidad social con su secuela de una pobreza creciente, la cultura de la muerte, la pérdida de la calidad educativa".

“Al Estado le corresponde crear y sostener las condiciones para que las personas y las instituciones desarrollen toda su capacidad para realizarse con los demás, pero también a cada ciudadano se le pide aportar lo suyo", indicó.  

“No temamos perder algo de nuestra comodidad en favor de los más pobres. No hagamos ostentación provocando más dolor a los agobiados por la pobreza”, alentó, resaltando que “el Milagro es el testimonio más elocuente del poder transformador de la fe”.

La “Fiesta del Milagro”

El origen de esta gran fiesta se remonta a 1582, año de la fundación de Salta, cuando Fray Francisco de Victoria, quien realizaba su misión pastoral en América, prometió que al regresar a Europa enviaría una imagen de Cristo a la iglesia matriz de la localidad, que llegó diez años después.

En 1692, un sismo provocó la desaparición de la ciudad de Esteco. Una réplica afectó la capital salteña, que distaba a 150 kilómetros, generando pánico en los pobladores, que se acercaron al templo que se hallaba destruido.

El P. José Carrión, sacerdote de la Compañía de Jesús, sacó al Cristo crucificado a la calle, en la que se recuerda como la primera procesión. Después de esta y otras manifestaciones de fe eventualmente cesaron los sismos.

A más de 300 años, la Fiesta del Señor y la Virgen del Milagro es una de las que más convocatoria tiene en Argentina y es ocasión para que los fieles renueven su pacto de fe con los patronos de Salta.