El 12 de septiembre, la Iglesia Católica celebra la fiesta del Santísimo Nombre de la Virgen María. La fiesta fue instituida oficialmente por el Papa Inocencio XI, y la celebración se remonta a principios del siglo XVI, cuando los católicos españoles comenzaron a conmemorar las gracias especiales, la intercesión y la mediación de María.

A lo largo de los siglos, la Santísima Virgen ha sido agraciada con una multitud de títulos, nombres o advocaciones diferentes, como Nuestra Señora del Rosario, Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, Reina de la Paz y muchos otros.

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He aquí siete de los títulos o advocaciones más populares de la Virgen María:

Nuestra Señora de Fátima

La Santísima Virgen recibió este título cuando se apareció a tres niños pastores en la pequeña aldea de Fátima, Portugal, en 1917. 

En el contexto de la Primera Guerra Mundial, la Virgen María se apareció seis veces a la venerable Lucía Dos Santos y a los santos Jacinta y Francisco Marto, y les ordenó rezar diariamente el Rosario, les mostró una visión del infierno y les advirtió de las pruebas que afligirían al mundo por medio de la guerra, el hambre y la persecución de la Iglesia. En su última aparición a los niños, se llamó a sí misma “la Señora del Rosario”.

Nuestra Señora de Lourdes

En un frío día de febrero de 1858, la Santísima Virgen María se apareció a Santa Bernadette Soubirous, de 13 años, en Lourdes (Francia). 

A lo largo de 18 apariciones, la Virgen le dijo que rezara el Rosario, que pidiera la conversión de los pecadores y que había que construir una capilla en aquel lugar. Este lugar sigue siendo el hogar de las aguas curativas que millones de peregrinos visitan cada año en el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes.

Nuestra Señora de Guadalupe

La advocación mariana más popular en México, y una de las más extendidas en Latinoamérica, es la Virgen de Guadalupe. 

María se apareció a un humilde nativo americano, San Juan Diego, en una colina de la actual Ciudad de México, en 1531. Pidió que se construyera una iglesia en el lugar y dejó una imagen en la tilma de Juan Diego que aún no muestra signos de deterioro casi 500 años después. Entre 18 y 20 millones de peregrinos visitan anualmente la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.

Nuestra Señora del Rosario

La Santísima Virgen María recibió el título de Nuestra Señora del Rosario en el siglo XVI de manos del Papa Pío V, después de que éste atribuyera a la intercesión de la Virgen una victoria naval que aseguró a Europa contra la invasión turca. 

Los tripulantes de más de 200 barcos rezaron el Rosario en preparación de la batalla, al igual que los cristianos de toda Europa, animados por el Papa. Cuando el Papa fue informado de los acontecimientos del día —que todos menos 13 de los casi 300 barcos turcos habían sido capturados o hundidos— comprendió la importancia. Se sintió movido a instituir la fiesta que ahora se celebra universalmente como Nuestra Señora del Rosario.

Nuestra Señora de los Dolores

La devoción a Nuestra Señora de los Dolores tiene casi 1.000 años de antigüedad y anima a los fieles a reflexionar sobre los Siete Dolores de María, que comienzan con la profecía de San Simeón contada a la Virgen y culminan con los acontecimientos de la pasión y muerte de Cristo. 

La Virgen, desatadora de nudos

Una de las muchas devociones que el Papa Francisco ha promovido durante su pontificado es la devoción a Nuestra Señora, Desatadora de Nudos. Una pintura de la Virgen, que fue completada alrededor del año 1700, la muestra desatando nudos de una larga cinta. 

La imagen se inspiró en los abuelos del pintor, que años antes evitaron el divorcio tras reunirse con su sacerdote, quien tomó una cinta del ritual matrimonial y pidió la intercesión de la Virgen María para desatar los nudos de sus dificultades conyugales. 

Reina de la Paz

El título de Reina de la Paz, o Nuestra Señora de la Paz, se remonta al siglo XVI, cuando Jean de Joyeuse regaló una estatua de la Santísima Virgen María a su novia, Françoise e Voisins, el día de su boda. 

La estatua, llamada Notre Dame de Paix, o Nuestra Señora de la Paz, representaba a María sosteniendo una rama de olivo en su mano derecha y al Príncipe de la Paz, Jesús, sentado en su brazo izquierdo. La estatua se convirtió en una reliquia familiar y pasó a su nieto, Henri Joyeuse, que se unió a los capuchinos en París. 

La estatua permaneció con los Capuchinos durante los siguientes 200 años; y el 9 de julio de 1906, en nombre de San Pío X, el arzobispo de París coronó ceremonialmente la estatua de Nuestra Señora de la Paz, pasando así a ser venerada como Nuestra Señora, Reina de la Paz.


Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.