En el marco del cuarto día del Congreso Eucarístico Internacional, que se desarrolla en Quito (Ecuador), un matrimonio suizo —conformado por Max y María Gabriela Ammann— reflexionó sobre las ventajas y los riesgos del proceso sinodal que atraviesa la Iglesia Católica, precisando que puede ser un peligro confundirlo “con un proceso democrático”.

Específicamente en Suiza, aseguró Max, se vive “una ambigüedad” en la que no se puede discernir “si esa voz que habla es la voz del Espíritu Santo o la de un interés personal”, aunque hizo la salvedad de que ello no se vive de esa manera en su diócesis, “pero sí es un riesgo y es real”, agregó.

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El matrimonio participó en el conversatorio matutino, conformado por un panel que incluyó a Mons. Raúl Biord, Arzobispo de Caracas (Venezuela), y a Mary Wu, representante de la delegación de Taiwán que asistió al evento. El tema principal del conversatorio giró en torno a la sinodalidad.

Por su parte, María Gabriela destacó que “el matrimonio es una forma de Iglesia” y que en él también se debe vivir un proceso sinodal, con la gracia de la Eucaristía, para poder escuchar la voz de Dios, “para poder escuchar al Espíritu Santo y para lanzarnos y poner en acción su mensaje y su amor y vivirlo día a día”.

Además, sobre la intervención de su esposo, afirmó que en un matrimonio se corre también el peligro “de que una persona quiera imponer su punto de vista o sus propios intereses”, por lo que hay que aprender realmente “a escucharnos, escuchar al Espíritu Santo y a ser enviados por Jesucristo”.

La Eucaristía como centro de la sinodalidad

“En un proceso sinodal la Eucaristía nos reúne como hermanos”, manifestó el Arzobispo de Caracas durante su intervención. “La Eucaristía tiene sentido como alimento, pero tiene sentido para lanzarnos a la misión”, agregó.

Mons. Biord hizo énfasis en que la Eucaristía es el punto de llegada de un “camino de inserción” en una comunidad de fe, que el creyente emprende libremente y que le lleva a encontrarse con sus pares. A la vez, el Cuerpo sacramental de Jesús invita a quien lo recibe a compartirlo con los demás, especialmente con los más vulnerables.

“La sinodalidad, sin duda, nos reúne en comunión y participación, pero el verdadero fin de la sinodalidad es lanzarnos, como el de la Eucaristía”, remarcó. 

Además, aseguró que los fieles deben sentirse enviados en salida misionera “a compartir con los demás esa gran riqueza que tenemos, que es Jesús, su Cuerpo presente entre nosotros que nos reúne en el cuerpo de la Iglesia y nos invita a servirle en el cuerpo llagado de nuestros hermanos más pobres”.

Prolongar la Eucaristía en la vida laical

Wu ahondó en la importancia de promover la importancia de la vida eucarística entre los laicos y recordó cómo su padre la llevaba a la iglesia siendo niña “para decirle 'hola' a Jesús”, una tradición que hoy recuerda con agradecimiento y que continúa con sus dos hijas.

“Lentamente mi familia se convirtió en una más amorosa y más cálida. Empezamos a rezar juntos”, afirmó. A partir de entonces, sintió la urgencia de hacer algo “para que todas las familias sientan lo que yo estoy sintiendo y tener esa felicidad”.

Desde ese momento, se involucró en iniciativas eucarísticas hasta que fue nombrada como encargada del equipo de adoración eucarística en Taiwán, visitando diversas diócesis de su país para promover eventos eucarísticos a nivel nacional, e incluso a nivel internacional.

“He visto la vida de muchas personas transformarse por la Eucaristía. Sus vidas han cambiado”, sentenció.