Durante su encuentro privado con sacerdotes de la Compañía de Jesús en Singapur, el Papa Francisco mostró su deseo de lograr la beatificación y canonización del jesuita español Pedro Arrupe.
Así lo anunció a Vatican News el P. Antonio Spadaro, subsecretario del Dicasterio para la Cultura y miembro de la comitiva papal en este viaje por Asia y Oceanía.
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Un total de 25 jesuitas tuvieron la oportunidad de conversar ayer con el Santo Padre y dirigirle sus preguntas durante una reunión que duró cerca de una hora en el centro de retiros San Francisco Javier, la residencia del Pontífice durante su estancia en Singapur.
“Había algunos jóvenes, incluso uno recién ordenado, y otros mayores, algunos incluso enfermos. El Papa se mostró muy tierno con ellos”, señaló el jesuita Spadaro.
Destacó asimismo que fue un encuentro cordial y fraterno, en un ambiente “íntimo y familiar”, propio de estos encuentros donde el Santo Padre suele mostrarse alegre y relajado.
El Santo Padre subrayó también que la fe “debe entrar en los desafíos humanos” y destacó la importancia de la oración, citando a Asia como un “continente clave”.
Más adelante les animó a “afrontar siempre los retos que plantea la sociedad con espíritu de oración siguiendo el modelo del P. Pedro Arrupe”.
Este sacerdote jesuita de origen español fue Superior General de la Compañía de 1965 a 1983, proclamado Siervo de Dios y cuya causa de beatificación está en marcha.
“Varias veces el Papa Francisco ha hablado de la figura de este gran Padre General y ha declarado que está muy cerca de él y deseoso de llegar a esta beatificación y canonización”, señaló la autoridad vaticana.
También el Pontífice conversó con los jesuitas acerca de las vocaciones al sacerdocio y les animó a “bajar las exigencias”, ya que muchos jóvenes sienten la vocación pero tienen “miedo de la formación”.
Asimismo, el Santo Padre también puso el ejemplo de Matteo Ricci, el “gran apóstol jesuita de China” y una “gran referencia” para los miembros de la Compañía.
Al término de la reunión, uno de los sacerdotes se acercó al Papa Francisco con varias bolsas que contenían numerosas peticiones escritas por los fieles del país. El Santo Padre posó su mano sobre ellas y oró en silencio.