En el marco del programa “Artesanos de la Unidad”, cuatro estudiantes de la Universidad Católica de Chile, junto a cinco jóvenes de la Universidad Católica Boliviana San Pablo, y 20 de la Pontificia Universidad Católica de Perú, realizaron una experiencia misionera en Manchay (Perú).
Se trata de un proyecto que tiene por objetivo establecer lazos en materia científica, cultural, económica y social, en el marco de un Convenio de Cooperación Interinstitucional de los tres centros de estudio.
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Los jóvenes chilenos que participaron de esta experiencia son María Paz Wahl, estudiante de Ingeniería; Agustina Rosales, de la carrera de Ingeniería Comercial; Teresita Ochagavía, alumna de Derecho; y Vicente Tapia, estudiante de Comunicaciones.
Las vivencias con la gente de la comunidad fueron tan profundas, que una de las estudiantes fue elegida madrina de Bautismo de un niño que conoció en ese tiempo.
En los primeros días, los jóvenes chilenos estuvieron acompañados por Teresita Burcjhardt, coordinadora de Desarrollo de la Pastoral de la Universidad Católica de Chile, quien, según recoge el sitio web de la Pastoral de la Universidad Católica de Chile, explicó: “Todos son voluntarios que han participado de diferentes proyectos de la Pastoral y han demostrado un compromiso por la misión evangelizadora de la Iglesia”. Su experiencia misionera fue tenida en cuenta para seleccionarlos como participantes.
El P. Brain Ed de la Cruz Riguetti, director del Centro de Asesoría Pastoral Universitaria de la Universidad Católica de Perú, detalló que los jóvenes participaron en muchas actividades como deportes de la comunidad local, talleres, visita a los ancianos, y ayuda en los trabajos ordinarios de las familias del lugar.
“Por otro lado, realizaron obras de plantación de árboles a través de una organización que está ahí que se llama Manchay Verde. También participamos en algunas actividades de la parroquia y en lo que el lugar celebraba, como las fiestas patrias y las actividades en torno a ellas”, detalló. Otro de los lazos importantes durante los días de misión fue con la parroquia del lugar.
Además, la misión tuvo el propósito de sumergirse en el día a día de Manchay para experimentar “los rostros de la pobreza”, dijo el sacerdote, “rostros que se van a ir visibilizando en el día a día de lo que hace la gente, desde ir y conocer lo que sucede en la plaza, en las interacciones, en los trabajos, en los mercados”.
El vínculo fue tal, que una de las jóvenes chilenas, María Paz Wahl, recibió un pedido especial: ser la madrina de Bautismo de un niño de la comunidad.
“En los talleres yo había tenido una conversación muy linda con este pequeño niño que se llama Rodrigo. Conversamos sobre la fe y Dios y la Iglesia. Y yo lo había dejado invitado a la Misa de bautizos. Cuando llegó ese día a la Misa, fue con sus papás y a ellos se les iluminó la cara y nos preguntaron si Rodri se podía bautizar también. Como lo único que le faltaba era una madrina, él me pidió que fuera yo. Fue muy emocionante, de alguna manera siento como que Dios quería que un pedacito mío se quedara en Manchay”, expresó.