Visiblemente afectada y al borde del llanto, Leyden Rovelo recordó el sufrimiento de decenas de miles de niños migrantes en los Estados Unidos, durante su intervención en el Congreso Eucarístico Internacional 2024 en Quito (IEC, por sus siglas en inglés), este 9 de septiembre.
Rovelo citó un informe de 2023 en el que se denuncia que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés), ha perdido entre 30.000 y 85.000 niños. “No saben en dónde están nuestros hijos”, remarcó.
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La Iglesia Católica y el drama migratorio
“La Iglesia Católica reconoce inequívocamente la autoridad legítima de las naciones soberanas para regular sus fronteras y gestionar los flujos migratorios”, expresó.
Sin embargo, esta posición de la Iglesia “no constituye un respaldo a medidas draconianas o prácticas inhumanas”, precisó Rovelo, directora de la oficina del Ministerio Hispano de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés).
“Más bien subraya el imperativo de defender la dignidad humana durante todo el proceso de control”, añadió.
Asimismo, recordó un mensaje de la USCCB en 1983, en el que los obispos afirmaron “que la presencia hispana-latina en la Iglesia estadounidense es una bendición de Dios para la Iglesia y para todo el país”.
Rovelo prosiguió su ponencia señalando que desde 1565, cuando se ofició la primera Misa en Saint Augustine (Florida), “hemos sido testigos de cómo los inmigrantes hispanos han revitalizado la vida parroquial en todo el país, muchos de ellos en parroquias cuya población estaba envejeciendo”. Aunque precisó que ello “no ha sido sin dificultades o heridas”.
Sobre el drama que viven los migrantes latinoamericanos, Rovelo compartió la historia de una mujer a la que debió asistir, quien le comentó que durante el viaje hasta los Estados Unidos falleció su hija de 5 niños y no recuerda siquiera en qué país debió enterrarla.
“Este delicado equilibrio entre la soberanía nacional y los derechos humanos es la base y el enfoque de la Iglesia Católica ante el dilema de la migración”, enfatizó.
El misterio de Dios en una época de migraciones
Rovelo profundizó en que los migrantes son portadores del Evangelio y de la imagen de Dios, creados a su imagen y semejanza. Los migrantes son peregrinos en la tierra, que buscan —como todos— su destino final en el cielo.
Además, pidió ver a los migrantes por su identidad humana, “restaurando a nuestros corazones y mentes”, y no verlos a través de etiquetas políticas, estatus jurídicos o juicios de valor.
“Todos estamos en fuga. Migrantes de camino a casa. Así como Cristo es el puente entre nosotros y el Padre, también nosotros somos el puente entre los migrantes y un lugar mejor”, señaló la directora de la oficina del Ministerio Hispano de la USCCB.
Por último, destacó los esfuerzos de los obispos estadounidenses para mitigar el sufrimiento inherente a los procesos migratorios, llamando a los países de origen a “abordar las causas profundas de la migración”, a la vez que promueve y fortalece cada vez más sus servicios de apoyo para migrantes y refugiados.
“La Iglesia ha optado por centrarse en la intención de 'dar al César lo que es del César y dar a Dios lo que es de Dios' al defender el desarrollo sostenible, las instituciones democráticas y las políticas que respetan los derechos humanos y la dignidad humana en los países de origen”, comentó.
“La Iglesia busca crear un entorno donde las personas puedan prosperar en sus países de origen, reduciendo así la compulsión de emprender viajes peligrosos”, agregó Rovelo.