Recuperar la fraternidad con Dios y entre los hombres fue el llamado que hizo el Papa Francisco, a través de un videomensaje, a las cerca de 25.000 personas que asistieron a la Misa inaugural del 53º Congreso Eucarístico Internacional Quito 2024, celebrada este 8 de septiembre.
Bajo un fuerte calor, miles de personas se acercaron al Parque Bicentenario para participar en la Misa presidida por el Arzobispo de Quito (Ecuador), Mons. Alfredo José Espinoza, en la que además 1.600 niños de diferentes partes del país recibieron la Primera Comunión.
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Antes de comenzar la Eucaristía, se transmitió a través de pantallas gigantes el videomensaje enviado por el Santo Padre, quien actualmente se encuentra en Papúa Nueva Guinea como parte de una visita pastoral a varios países de esa región del mundo.
En su mensaje, el Papa Francisco destacó el lema del congreso, Fraternidad para sanar el mundo, y aseguró que “las lecciones que podemos acoger de la Santísima Eucaristía siempre nos sorprenden”.
En ese sentido, indicó que entre todas las enseñanzas, se ha querido escoger para este 53º Congreso Eucarístico Internacional el de la fraternidad, “como condición esencial para un mundo nuevo, un mundo más justo, un mundo más humano”.
“Ya los primeros Padres de la Iglesia nos decían que el signo del pan enardece en el Pueblo de Dios el deseo de fraternidad, pues del mismo modo que no se puede elaborar el pan con un único grano, también nosotros debemos caminar juntos, pues ‘siendo muchos, somos un único cuerpo, un único pan’”, explicó Francisco, citando el sermón 227 de San Agustín.
“Es así como crecemos como hermanos, es así como crecemos como Iglesia, unidos por el agua del bautismo y acrisolados por el fuego del Espíritu Santo”, aseguró.
El Pontífice explicó que una fraternidad honda nace de la unión con Dios y de “dejarnos moler, como el trigo, para poder llegar a ser pan, cuerpo de Cristo, participando de este modo plenamente de la Eucaristía y de la asamblea de los santos”.
Pero además, señaló que la fraternidad debe ser proactiva, y puso como ejemplo el testimonio de la religiosa alemana Ángela Autsch, quien murió en el campo de concentración de Auschwitz.
El Papa relató que antes de ser detenida, “siendo ya evidente el mal que se cernía en el mundo, ella invitaba a sus pequeños sobrinos, que se acercaban por primera vez a la Sagrada Comunión, invitaba a sus parientes algo alejados e invitaba también a aquellos que permanecían devotos, a rebelarse contra ese mal con gestos sencillos y, en ciertos ambientes, peligrosos, a acercarse lo más posible al Sacramento del altar, a rebelarse comulgando”.
“Para ella incitar a la comunión frecuente, sobre todo en el ámbito de la oración por el Papa y la Iglesia que en ese momento estaba perseguida, era encontrar en la Eucaristía un vínculo que refuerza el vigor de la Iglesia misma”, entre sus miembros y con Dios.
Para la religiosa alemana “era ‘organizar’ el entramado de una resistencia que el enemigo no puede desbaratar, porque no responde a un designio humano”.
“Estos gestos sencillos —dijo el Papa— son los que nos hacen más conscientes de que si un miembro sufre, todo el cuerpo sufre con él, son ellos los que nos ayudan a hacernos cirineos de Cristo, que tomó sobre sí el peso del dolor del mundo para sanar el mundo”.
“Hermanas, hermanos, aprendamos esta lección, recobremos esta fraternidad radical con Dios y entre los hombres. Somos uno en el único Señor de nuestra vida; somos uno de una forma que no somos capaces de entender plenamente, pero lo que sí entendemos es que sólo en esa unidad podemos servir al mundo y sanarlo”, expresó el Santo Padre.
El 53º Congreso Eucarístico Internacional se llevará a cabo hasta el domingo 15 de septiembre y contempla conferencias, testimonios, así como Misas en diferentes idiomas y una procesión con el Santísimo Sacramento por las calles de la capital ecuatoriana.