Una conmovedora experiencia con su padre en el lecho de muerte marcó para siempre la devoción eucarística del Obispo de San José, California (Estados Unidos), Mons. Oscar Cantú. Por eso, lo tiene claro: lo central de nuestra fe es Jesús en la Eucaristía y profundizar en nuestra relación con Él.
En entrevista con ACI Prensa desde el Congreso Eucarístico Internacional, que comenzó este domingo en Quito (Ecuador), el prelado estadounidense de padres mexicanos aseguró que la importancia de un Congreso Eucarístico está en integrar “la formación teológica con lo sacramental y lo devocional”.
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“Esto atrae a más personas de fe, es una verdadera expresión de fe”, continuó el prelado originario de Houston, Texas.
Luego de haber experimentado el Congreso Eucarístico Nacional en Estados Unidos, que a fines de julio reunió a unos 60.000 asistentes en Indianápolis, Mons. Cantú considera relevante que la Iglesia en EE.UU. tenga “una idea de cómo se vive la devoción eucarística a nivel mundial”.
“Yo crecí en una comunidad hispana en Estados Unidos, y he visto cómo se vive esa devoción, cómo las procesiones tocan el corazón y son emotivas. Pero me interesa también ver qué devociones vienen de otras partes del mundo”, comentó.
Por eso, asegura que el Congreso Eucarístico Internacional “es una clara oportunidad para regresar a lo central de nuestra fe, que es Jesús en la Eucaristía… Esto es lo que nos llena como cristianos, como católicos”.
“Es importante recordar que Cristo ya está activo en el corazón de quienes son llamados. No llegan a la Eucaristía sin que Cristo, en su palabra y gracia, ya esté presente en ellos. El Concilio Vaticano II habla de las cuatro presencias de Cristo en la Eucaristía: en su pueblo, en el celebrante, en la palabra proclamada, y por supuesto, en los elementos eucarísticos”, recordó Mons. Cantú, que también es Doctor en Teología.
Ese encuentro del cristiano con el Santísimo Sacramento “es un camino que el Espíritu Santo nos guía a recorrer, para encontrarnos con Cristo, y Cristo nos lleva al Padre”, añadió.
“Este Congreso es una oportunidad para profundizar en esa relación con Él y ser nutridos para llevar esa presencia de Cristo a nuestras comunidades, a nuestros hogares, a nuestros trabajos”, acotó.
Finalmente, invitó a los fieles a que, más allá de prestar atención a las ponencias y observar la fe y la devoción de la Iglesia durante estos días, “nos tomemos unos momentos de silencio, porque ahí es donde Cristo nos quiere hablar, con toda nuestra conciencia y nuestro corazón”.
La profunda experiencia de Mons. Cantú con Jesús en la Eucaristía
Durante la entrevista, Mons. Cantú compartió una reflexión personal sobre su experiencia con Jesús en la Eucaristía, basada en sus 30 años como sacerdote y 16 como obispo.
“A lo largo de estos años, ha habido momentos en los que me he sentido cansado o abrumado por alguna crisis. En algunas ocasiones, al sentarme en mi capilla por la mañana para hablar con Jesús, me encuentro sin palabras. Sé que Él está presente, pero a veces simplemente me siento y le digo: 'Aquí estoy'. Aunque no siempre perciba su presencia de forma intensa, algo sucede al celebrar la Misa, incluso en la intimidad de mi capilla. Las palabras de la Eucaristía y las oraciones de la Iglesia tocan mi corazón, lo abren y encienden la luz de Cristo”, contó.
Asimismo, Mons. Cantú tiene la plena seguridad de que la relación con la Eucaristía ha sido una fuente de fortaleza a lo largo de su ministerio sacerdotal y episcopal. “En esos momentos de cansancio o dificultad, la Eucaristía es lo que me llena de nuevo. A través de la celebración de la Misa, me encuentro con Cristo de una manera única, y sé que Él está siempre ahí, dándome su luz y su paz”.
Una vivencia eucarística que marcó su vida
El prelado estadounidense recordó una conmovedora experiencia eucarística de su tiempo como sacerdote que considera milagrosa, cuando su padre, en su lecho de muerte, logró recibir a Jesús en la Comunión, un momento que le dejó una profunda huella.
“Mi papá quedó con parálisis, y mi mamá lo cuidaba en casa. Nosotros, sus ocho hijos, siempre que podíamos, ayudábamos en lo que se necesitara. Para mi papá, como hombre hispano, fue difícil no poder vestirse ni hacer las cosas por sí mismo. Sufrió mucho en su ego, no entendía por qué, después de haber trabajado tanto durante su vida, en su vejez estaba pasando por esto. Entró en una depresión bastante profunda”, relató.
“Recuerdo un momento en particular cuando fui a visitarlo. No respondía, no hablaba ni con mi mamá ni conmigo. Yo le hablaba, pero no obtenía respuesta. Finalmente, cuando ya se estaba acabando mi tiempo para regresar a mi parroquia, le dije: ‘Papi, traje la Eucaristía, ¿quieres recibirla?’ Inmediatamente, me miró directamente a los ojos y me dijo ‘sí’. Tomó la mano de mi mamá y nos pusimos a rezar juntos. Mi padre maestro rezó todas las oraciones con nosotros”, contó.
“Él escuchaba, pero no respondía ni a su hijo ni a su esposa. Sin embargo, cuando mencioné la presencia de Cristo, respondió con esa esperanza de alguien que está en la oscuridad… y es que a veces, sólo mencionar a Jesucristo nos da una esperanza de que hay una luz al final del túnel”, concluyó.