El Papa Juan Pablo II aseguró que “la Iglesia necesita santos” para renovar a la humanidad y ésta debe ser consigna que guíe a los jóvenes del mundo en su camino a la próxima XX Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se celebrará en agosto de 2005 en Colonia, Alemania.
“Queridos jóvenes, la Iglesia necesita auténticos testigos para la nueva evangelización: hombres y mujeres cuya vida haya sido transformada por el encuentro con Jesús; hombres y mujeres capaces de comunicar esta experiencia a los demás. La Iglesia necesita santos. Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad”, señaló el Papa en el mensaje publicado hoy para preparar el camino a la XX JMJ.
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El Papa reflexionó sobre el tema del encuentro mundial juvenil “Hemos venido a adorarle" (Mt 2,2), “que permite a los jóvenes de cada continente recorrer idealmente el itinerario de los Reyes Magos”, cuyas reliquias se veneran justamente en Colonia.
El Pontífice destacó la importancia de velar “en primer lugar la preparación espiritual en una atmósfera de fe y de escucha de la Palabra de Dios” hacia Colonia 2005, con una participación activa en la Eucaristía.
“Ofreced también vosotros al Señor el oro de vuestra existencia, o sea la libertad de seguirlo por amor respondiendo fielmente a su llamada!, indicó el Papa y pidió a los jóvenes ser “adoradores del único y verdadero Dios, reconociéndole el primer puesto en vuestra existencia”.
“Desgraciadamente hay gente que busca la solución de los problemas en prácticas religiosas incompatibles con la fe cristiana. Es fuerte el impulso de creer en los falsos mitos del éxito y del poder; es peligroso abrazar conceptos evanescentes de lo sagrado que presentan a Dios bajo la forma de energía cósmica, o de otras maneras no concordes con la doctrina católica”, advirtió.
Por eso, pidió no creer “en falaces ilusiones y modas efímeras que no pocas veces dejan un trágico vacío espiritual. Rechazad las seducciones del dinero, del consumismo y de la violencia solapada que a veces ejercen los medios de comunicación”.
Cristo, recordó, “es la Roca sobre la que construir vuestro futuro y un mundo más justo y solidario. Jesús es el Príncipe de la paz, la fuente del perdón y de la reconciliación, que puede hacer hermanos a todos los miembros de la familia humana”.
“Escuchar a Cristo y adorarlo lleva a hacer elecciones valerosas, a tomar decisiones a veces heroicas. Jesús es exigente porque quiere nuestra auténtica felicidad. Llama a algunos a dejar todo para que le sigan en la vida sacerdotal o consagrada. Quien advierte esta invitación no tenga miedo de responderle "sí" y le siga generosamente”, señaló.
“Cuando se encuentra a Jesús y se acoge su Evangelio, la vida cambia y uno es empujado a comunicar a los demás la propia experiencia”, escribió.
Juan Pablo II recordó que son muchos los que “todavía no conocen el amor de Dios, o buscan llenarse el corazón con sucedáneos insignificantes. Por lo tanto, es urgente ser testigos del amor contemplado en Cristo”.
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