“¿En qué está su hijo?”. Con esta pregunta, el Arzobispo de Santiago (Chile), Mons. Fernando Chomali, encabeza una reflexión que pone el foco en la responsabilidad de los padres ante la violencia en los jóvenes.
El prelado compartió su pensamiento sobre el tema en una columna donde centra su preocupación por la sociedad “marcada por la violencia”, e invita a los padres a hacerse varias preguntas sobre su rol como educadores y su presencia en la vida de los hijos.
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Santiago: epicentro de una ola de crímenes
En las últimas semanas, la región metropolitana de Santiago fue escenario de una ola de homicidios: en 10 días se cometieron 22 crímenes.
Una de las hipótesis, según recoge NTN24, vincula los hechos con una disputa entre bandas que se dedican a la venta de drogas, en especial en las comunas más pobres de la ciudad.
Uno de los focos de preocupación es la participación en los delitos de menores de edad de estas zonas, que han dejado la escuela y son absorbidos como “soldados” del crimen organizado.
Al referirse a la situación actual, el arzobispo alertó que “hay actos tales que sobrepasan toda imaginación, sobre todo cuando hay jóvenes involucrados”, y enumeró varias actitudes que se suelen tomar frente a ello.
En primer lugar, señaló: “Algunos se encierran cada vez más, se enrejan, electrifican sus muros, toman seguros e incluso se arman”. “Otros lo niegan, viven como si no pasara nada, hasta que les toca a ellos”, consignó en segundo lugar.
Y por último, mencionó a quienes “se hacen dos preguntas, la primera: ¿de qué manera con mis pensamientos, con mis palabras o mis acciones he contribuido directa o indirectamente a que mi ciudad, mi barrio sea como es y no mejor?” y la segunda: “¿Qué puedo hacer?, ¿De qué manera puedo contribuir a que haya más paz, más armonía y fraternidad?”.
Mons. Chomali consideró que “nadie, por sí solo, puede cambiar el mundo en lo que a la violencia se refiere; pero sí cada uno puede ser pacífico, justo y fraterno e irradiarlo al entorno y la gente que está cerca”. Ahí, aseguró, está la clave.
El punto de partida: un examen de conciencia riguroso
En ese sentido, sostuvo que “un mundo mejor, pacífico y justo es fruto de personas justas y pacíficas. Y de ello somos responsables, porque no hay nada más personal que el mérito y la culpa”.
“Es una ilusión pretender una sociedad menos violenta, si cada uno de nosotros no hacemos un examen de conciencia muy riguroso, respecto de nosotros mismos”, advirtió, atribuyendo responsabilidad en esta área a los padres de familia, que son “los primeros educadores”.
“Ustedes, padres, son los primeros responsables de la educación de sus hijos, sobre todo la referida a los principios morales y de respeto hacia el otro”, señaló, principios y valores que “sólo serán posibles si les ayudan a que encuentren el sentido a sus vidas y la comprendan como un gran regalo, con una dimensión trascendente”.
En ese punto, el arzobispo hizo hincapié en “la experiencia de Dios como creador y lleno de misericordia, así como la experiencia de sentirse amado y capaz de amar es indispensable”.
“Detrás de cada acto de violencia hay un grito desesperado de ayuda para salir de la soledad y ser reconocido”, indicó.
¿En qué está su hijo? ¿Dónde anda? ¿Qué piensa?
Finalmente, dirigiéndose a los padres, preguntó: “¿Sabe en qué está su hijo?, ¿dónde anda?, ¿qué piensa de su propia vida?”.
Asimismo, cuestionó: “¿Cuándo fue la última vez que le puso límites claros?, ¿cuándo fue la última vez que le dijo que lo quería?, ¡piénselo!”, exhortó.
“Solamente desde la experiencia de sentirnos un don y amados, podemos comprender nuestra existencia y la de los demás, como un regalo de valor inestimable que tenemos que cuidar”, expresó, indicando que “esa experiencia nos saca la pretensión de querer ser el centro de todo, para situarnos más al servicio de los demás”.
“De esta nueva forma de comprendernos, se podrá realmente aspirar a una sociedad más fraterna, a medida de la altísima dignidad del hombre, de todo hombre y de todos los hombres”, aseguró.
“Por último, ¿educamos a ser fraternos?”, concluyó.