Desde la selva papuana, los pobladores ya comienzan a bajar a la costa para esperar la histórica llegada del Santo Padre, adornando los caminos y preparando sus corazones, por donde —sin dudas— esta visita también dejará su huella.

Se trata del viaje apostólico más largo de su pontificado, en el que por estos días recorre Indonesia, para luego llegar el viernes 6 de septiembre a Papúa Nueva Guinea, y visitar luego Timor Oriental y Singapur.

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Papúa Nueva Guinea es un país joven donde viven cerca de 9 millones de habitantes. Allí, el domingo 8, día en que la Iglesia Católica conmemora la Natividad de la Virgen, el Papa Francisco visitará la ciudad de Vanimo, capital de la provincia de Sandaun, en el noroeste del país.

Al llegar a Vanimo, se encontrará con una comunidad de fieles con quienes, a través de su sacerdote, el argentino Martín Prado, el Santo Padre mantiene un vínculo que comenzó en 2019, durante una visita que parte de la comunidad hizo a Roma.

Miembro de la comunidad católica local es el P. Agustín Prado —hermano biológico del P. Martín—, y monje del Instituto del Verbo Encarnado (IVE). También misiona allí su hermana, María Reina de los Cielos, religiosa del IVE.

Por estos días, son numerosas las tareas de organización y preparación de la comunidad para la visita de su “amigo”, el Papa Francisco. Pero el P. Agustín se hace un espacio para conversar con ACI Prensa.

“Estamos tratando de preparar todo lo mejor posible en cuanto a logística y, podríamos decir, materialmente. Que se vea lindo el pueblito, y también la parroquia donde va a venir a visitarnos el Santo Padre”, explica.

P. Martín Prado (IVE), párroco en Vanimo, con niños de la comunidad. Crédito: Ayuda a la Iglesia Necesitada
P. Martín Prado (IVE), párroco en Vanimo, con niños de la comunidad. Crédito: Ayuda a la Iglesia Necesitada

“Todo a pulmón”

En cuanto a los preparativos, “está movilizándose todo el pueblo”, reconoce. “Es todo muy sencillo y estamos haciendo —como decimos en Argentina— todo a pulmón, con la gente”, detalla, asegurando que están muy contentos y todos se dan cuenta de este evento “que es histórico, y creo que nunca más va a suceder que el Santo Padre venga a visitar Vanimo, esta esquina del mundo que está, ciertamente, perdida”.

“En la selva hay muchísimas parroquias y aldeas con sus capillas, y ellos poco a poco van bajando en camionetas, están viniendo a vivir con la gente de las aldeas de acá, de la costa, donde va a venir el Papa”.

El sacerdote destacó que “esto es una bendición, es una gracia enorme para la Diócesis de Vanimo y, por lo tanto, para todos los feligreses, para todas las parroquias, sus parroquianos, para nosotros, los sacerdotes, los religiosos, que el Santo Padre venga y visite nuestra tierra, nuestra tierra de misión, la tierra de ellos”.

“La gente se está preparando espiritualmente muy bien”, aseguró el sacerdote, y para graficarlo, puso un ejemplo: “Hace una semana tuve que ir a celebrar unas Misas a la selva y pasé por una aldea porque me quedaba de pasada, nada más a saludar, y [los pobladores] me frenaron. Me dijeron: Padre, por favor, nosotros antes de bajar al town — al pueblo— quisiéramos confesarnos. Sabemos que allá va a haber mucha gente y todos nos queremos confesar y que algún sacerdote venga a celebrar la Misa antes de ir, para poder recibir esta gran bendición de la visita del Santo Padre”.

“Son muy conscientes de que esto es una bendición. Ellos también son muy sensibles, son como niños y eso hace que también su fe sea muy sencilla, muy pura”, describió. “Viene el Santo Padre y es una cosa que cuesta expresarla con los labios, con palabras. Es difícil decirlo”. 

El P. Agustín Prado dejó por unas semanas la vida monástica para ayudar en los preparativos para la visita Papal. Crédito: Caballeros de Ntra. Sra. María de Valvanera
El P. Agustín Prado dejó por unas semanas la vida monástica para ayudar en los preparativos para la visita Papal. Crédito: Caballeros de Ntra. Sra. María de Valvanera

La preparación espiritual

El sacerdote precisó además que, desde hace tres semanas, realizan rally: todas las tardes y hasta la noche, predican sobre la fe, sobre la figura del Santo Padre, de Pedro. También se reza el rosario, hay un sacerdote que predica, y un predicador laico papuano. “Eso también ayuda mucho, les habla bien con sus términos, sus expresiones”, valoró el P. Agustín. 

En esta última semana, los rally se están haciendo en el lugar donde va a ser el encuentro con el Santo Padre, que es un campo de fútbol con una explanada grande. “Está llenísimo de gente, hay siempre sacerdotes escuchando confesiones, es una preparación muy linda realmente”.

Vanimo, explicó el misionero, es “la última provincia, el último córner, la esquina del país y cuesta que llegue todo y cuesta conseguir todo, entonces eso realmente cansa”, pero “llega la noche y vas a ese lugar, y ves cómo se están preparando espiritualmente, cómo la gente está escuchando las prédicas, cómo se confiesan, y todo eso es un alivio, un consuelo para el alma”.

“Al final lo que cuenta es esto”, insistió, “que la gente lo vea al Santo Padre y que reciban esa bendición enorme que significa para ellos, para nosotros, para todos, la visita del vicario de Cristo en la tierra”.

En los días previos a su llegada, enumeró el P. Agustín, la gente está adornando las calles, cortando el pasto, plantando flores, colocando banderas de Papúa Nueva Guinea y banderas papales, y “muchos han hecho el enorme esfuerzo económico de mandar a imprimir también algunas pancartas diciendo Welcome Pope Francis, Heartly Welcome, muy bienvenido”, puntualizó. “Están haciéndolo con mucho cariño, con mucho esfuerzo, es muy bonito, muy gratificante también”, admitió.

Comunidad del IVE en Papúa Nueva Guinea. Crédito: Cortesía P. Agustín Prado
Comunidad del IVE en Papúa Nueva Guinea. Crédito: Cortesía P. Agustín Prado

“Hemos sido bendecidos, acariciados por Dios, podríamos decir, porque va a venir a visitarnos aquí, a nuestra parroquia, a nuestra escuela [...] ¿Cuántas veces hemos querido poder ver al Papa, no? Y conseguir una entrada cuando hemos viajado a Italia, en Roma, a una audiencia de un miércoles, a una catequesis o algo. Y que ahora el Santo Padre diga: ‘Yo voy para allá, y voy a visitarlos, y voy a la parroquia de ustedes, y voy a la casa de ustedes’, es una bendición enorme”, admitió.

Un empujón para la Iglesia naciente

“Estamos muy agradecidos, rezando mucho por los frutos, que esto traiga muchos frutos y bendiciones, frutos espirituales para las comunidades”, anheló, sobre todo en muchas comunidades de la selva que están “naciendo en la fe”, y que comenzaron a convertirse a raíz de la presencia de su hermano, el P. Martín, que les llevaba la palabra de Jesús.

“Para nosotros, monjes, también es muy lindo. Estamos en el monasterio, no salimos a misionar… pero poder estar aquí, en este lugar, rezando, trabajando, y ofreciendo todo eso por los frutos de la misión —en este caso concreto, por los frutos de la visita del Santo Padre— también es algo muy lindo y muy gratificante, muy reconfortante para un alma sacerdotal”, remarcó. 

En este tiempo previo a la visita, junto al P. Alejandro dejaron el monasterio para vivir en la parroquia y ayudar allí con todos los trabajos que se necesitan en el pueblo, donde ya hay miles de personas aguardando a Francisco. 

El sacerdote espera que esta visita “los ayude, que los reafirme en la fe, que es también el papel de Pedro, el de confirmar a sus hermanos en la fe”, y sostiene una certeza: La visita del Santo Padre será “un empujón para la Iglesia naciente de todas estas comunidades”.