Con una Misa celebrada por el Obispo Castrense de Argentina, Mons. Santiago Olivera, la Basílica del Pilar de la ciudad de Buenos Aires se colmó de fieles para honrar la memoria del Venerable Siervo de Dios Enrique Shaw, en el 62° aniversario de su fallecimiento, y pedir por su pronta beatificación en el lugar donde descansan sus restos.
Además de miembros de la familia de Enrique Shaw, a la celebración asistieron referentes de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA), donde Shaw fue tesorero; de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), de la que fue fundador, y de la Acción Católica Argentina (ACA); donde Shaw encabezó la rama de hombres.
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El obispo, que también se desempeña como Delegado Episcopal para las Causas de los Santos, destacó la figura del empresario, esposo y padre Enrique Shaw, quien se caracterizó por la “pasión a sus obreros” y “amor para siempre” hacia su esposa.
Shaw “hizo, hace y seguirá haciendo tanto bien con su vida, y cuando la Iglesia lo confirme, si es su voluntad, como beato, santo, será como un faro”, aseguró el prelado.
“A veces nos duele ver la patria alejada de Dios, de los valores evangélicos”, lamentó Mons. Olivera, y trayendo nuevamente el ejemplo de Enrique Shaw, recordó que el empresario “plasmó en su vida el Evangelio, amó a Dios sobre todas las cosas pero también al prójimo, profundizó en la doctrina social de la Iglesia, vio a los obreros como parte de la familia”.
El obispo eligió algunas frases del venerable para ilustrar su pensamiento y su legado, vinculadas con la conversión, el amor al prójimo y su compromiso cristiano.
"Procuraré amar al prójimo como a mí mismo a fin de cumplir el segundo mandamiento de la ley de Dios y buscando el modo de hacer felices a quienes me rodean, difundiré la religión”, citó.
Sobre su vínculo con los obreros, caracterizado por profundo amor y cercanía, Shaw decía: "No debemos olvidar que el trabajador no es tan sólo un productor de riqueza, o un instrumento más de la empresa, o un engranaje de la gigantesca maquinaria industrial, sino un ser espiritual, cuya dignidad y valores humanos han de estar siempre presentes en el pensamiento de quienes tienen la responsabilidad ante Dios y ante los hombres de administrar las riquezas de la tierra".
"Ser patrón no es un privilegio, sino una función (...). Somos los responsables de la ascensión humana de nuestro personal", aseguraba el empresario.