El Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y Obispo de San Isidro, Mons. Oscar Ojea; y el Cardenal Ángel Rossi, Arzobispo de Córdoba, encabezaron este miércoles un panel titulado “Estado o narcotráfico: el acceso a la tierra y el techo en Córdoba”.

Completaron el panel, que tuvo lugar en la Universidad Católica de Córdoba, referentes de organismos estatales, organizaciones y movimientos sociales, quienes debatieron sobre los desafíos de las comunidades de los barrios populares, en un contexto de fuerte presencia del narcotráfico y falta de acceso a la vivienda y los servicios públicos.

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Hoy, en Argentina hay 6467 barrios populares, donde viven más de 6 millones de personas, informó el Obispo de San Isidro en su intervención. Allí, “se encuentra el núcleo duro de la pobreza en la Argentina y el núcleo de la indigencia”.

En 2018, a dos años de iniciada una mesa de diálogo con el gobierno, el Congreso aprobó de modo casi unánime la ley 27.453 que rige la integración urbana de los barrios populares, ratificada luego en 2022, recordó el prelado.

“Esa ley, en primer lugar, le confiere dignidad al que vive allí” afirmó, porque otorga certificado de domicilio, certificado de familia, y reconoce el derecho a los servicios: al agua, a la electricidad, al gas.

"¿Qué nos pasó?¿Qué pasó en tan poco tiempo?”, planteó Mons. Ojea. “Parecería que no son prioridad los barrios populares y entonces esta situación a veces nos llena de perplejidad”.

“Detrás de esta suerte de desentendimiento de nuestros barrios se oculta un peligro impresionante para la patria que es estar entregando al narcotráfico nuestros barrios", alertó.

En cuanto a la necesidad de intervención del Estado, apuntó que la existencia de obras de mejoras en los barrios, ayuda a la integración y al ánimo de las comunidades, porque si no, “el narco va ganando cada vez más espacio, es el que provee”, y al mismo tiempo esclaviza.

Estas situaciones, señaló Mons. Ojea, no se combaten sólo atendiendo la seguridad, sino “con el trabajo conjunto con los vecinos, integrando sus miradas, su modo de pensar, sus inquietudes”.

Ofrecer el corazón como respuesta a la exclusión

Luego de la participación de los referentes de movimientos y organizaciones presentes, que hicieron suyo el reclamo de la intervención del Estado en los barrios ante un escenario de desfinanciamiento al trabajo que realizan, el Cardenal Rossi cerró el panel citando al cantautor argentino Fito Páez: “¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón".

“La solución no es una estadística”, consideró, sino la necesidad de “ofrecer mi corazón, que esos gestos o que esas ideas bajen a las manos”.

“El Papa Francisco dice no esperemos ningún salvador, no esperemos ninguna propuesta mágica para salir adelante: solo mediante una acción colectiva de creación podremos cambiar nuestra historia”, sostuvo.

“Ha llegado el momento de activar estrategias comunes entre nosotros, entre otras organizaciones de voluntariado, los partidos políticos, entre los intelectuales y los inmigrantes, entre los voluntarios y los movimientos sociales, la Iglesia, los sindicatos, las organizaciones campesinas”, exhortó.

“Apostamos a la cercanía, que es un dique contra los mecanismos de exclusión presentes en el campo de la droga, de la minusvalía, de la ancianidad, de menores en riesgo, de los enfermos”, advirtió.

“Muchas veces el gesto se anticipa a las leyes y los gestos de ustedes movilizan”, aseguró. “Es un vigía de la vulnerabilidad, es un dardo agudo que se clava en las carnes dormidas de una sociedad indiferente y de una dirigencia política autorreferencial y egoísta; son un buscador continuo de nuevas fronteras, por lo tanto esta es la sugerencia”.

“La dignidad de nuestra gente no se puede manosear”, sostuvo el purpurado.