Este 30 de agosto se celebra en Perú y en otros países la fiesta de Santa Rosa de Lima, Patrona de las Américas y Filipinas, a quien la Iglesia universal recuerda el día 23 del mismo mes.

La Enciclopedia Católica (EC) ofrece, con ocasión de esta importante fiesta de la primera santa de América, una oración dedicada a ella que se puede rezar “todos los días”.

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¿Quién fue Santa Rosa de Lima?

Isabel Flores de Oliva, Santa Rosa, nació en Lima (Perú) el 20 de abril de 1586 y fue bautizada el 25 de mayo de ese mismo año.

Rosa recibió una esmerada educación, gracias a la cual tuvo noticia de la figura y legado de Santa Catalina de Siena (1347-1380), su maestra espiritual a quien admiraría siempre.

Fue confirmada en 1597 por Santo Toribio de Mogrovejo, entonces arzobispo de Lima. Fue este santo quien “oficialmente” cambiaría el nombre de Isabel a Rosa, quien luego de ingresar como terciaria dominica (laica) sería llamada Rosa de Santa María.

Además de tener muchas experiencias místicas por las que es conocida —como el desposorio místico con Cristo— e imponiéndose diversos dolores físicos para expiar sus pecados y los demás, siempre se dio tiempo para atender a los enfermos abandonados o a los esclavos maltratados.

Así conoció a San Martín de Porres, de quien se haría buena amiga, con quien compartía el deseo de ayudar a los más necesitados en los que veían a Cristo sufriente.

Cada 30 de agosto y en los días cercanos a esta fecha, miles de personas llegan al Santuario de Rosa, en el centro histórico de Lima, para dejar su carta en el llamado “pozo de los deseos” con alguna intención personal para pedir la intercesión de la santa.

A continuación, “La Salve” de Santa Rosa de Lima:

Dios te salva bella Rosa,
por el Creador escogida,
para el jardín del Rosario,
como Hija de grande estima:

Vida y dulzura fragante
tus virtudes producían
plantada hasta que espirante
en el seno de María.

Dios te Salve Virgen pura,
nuestra abogada elegida,
a ti clamamos rendidos
en esta tierra afligida.

Desterrados hijos de Eva
todos los que padecían,
de los países más remotos
a tu remedio acudían.

Ea, pues, fruto de virtudes,
de humildad engrandecida,
que hizo a tu amante Jesús
el centro de sus caricias.

Vuelve tus ojos piadosa,
patrona clemente y pía,
y alcánzanos de Dios gracia
la paz y eterna alegría.

Amén.

Ruega por nosotros Bienaventurada Virgen Santa Rosa, para que seamos dignos de las gracias de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén.