En Roma hay cientos de museos para visitar, con innumerables obras maestras para admirar. Sin embargo, a menudo se pasa por alto el arte con el que se topan directamente los transeúntes en la Ciudad Eterna: las llamadas madonnelle.

Ubicadas justo por encima del nivel de la vista en muchas intersecciones de la ciudad, las madonnelle son santuarios marianos cuyo nombre se puede traducir como “pequeñas Madonnas” (pequeñas virgencitas). Hay cientos de ellas en las calles de Roma, instaladas con la intención de que Nuestra Señora vigile y proteja a los habitantes de la Ciudad Eterna.

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La devoción comenzó hace poco más de 500 años, con un primer santuario mariano instalado en la calle en 1523. Esta madonnella, llamada Imago Pontis por su ubicación, aún se puede ver hoy en el barrio del Ponte en Roma. En su apogeo, se estima que había 3.000 madonnelle dispersas por toda la ciudad. Aproximadamente la mitad de ellas sobreviven hoy en día.

Las madonnelle fueron especialmente populares entre los siglos XVII y XIX, coincidiendo con el final de la Contrarreforma. Durante este periodo, se criticó a la fe por la devoción a las imágenes y a María.

En respuesta, la Iglesia reforzó el arte, encargando algunas de las iconografías religiosas más conocidas de la historia. La mayoría de estas obras maestras se albergaban dentro de las iglesias de Roma, pero muchos artistas anónimos canalizaron sus dones en la creación de las madonnelle.

Originalmente, las madonnelle eran iluminadas por pequeñas lámparas de aceite que servían como gran parte de la iluminación de las calles. Los romanos mantenían encendidas estas lámparas como signo de devoción a Nuestra Señora; esta devoción ha continuado con la práctica de los fieles locales de encender velas o cuidar las flores cerca de estos santuarios.

Los soportes que se encuentran debajo de esta "madonna" pueden haber servido en el pasado como soporte para una lámpara de aceite. Crédito: Scarlett Rose Ford
Los soportes que se encuentran debajo de esta "madonna" pueden haber servido en el pasado como soporte para una lámpara de aceite. Crédito: Scarlett Rose Ford

Una tradición milenaria

Aunque la madonnella más antigua tiene apenas 500 años, la práctica de erigir santuarios devocionales públicos se remonta a la antigüedad. Desde la fundación de la Ciudad Eterna, los romanos han construido santuarios para los Lares, antiguas deidades guardianas romanas.

Aunque su historia documentada está fragmentada, los estudiosos sostienen que los Lares eran especialmente importantes para el pueblo local. Se creía que estas deidades eran los espíritus positivos de los difuntos, venerados como observadores y protectores. Se construían santuarios llamados lararia en las casas para la devoción personal y la protección contra el mal. Algunos de estos aún se pueden encontrar en Pompeya, donde han sido preservados.

A medida que los lares se convirtieron en una devoción popular, se instalaron santuarios llamados “lares compitales” en las calles. Se colocaban en los cruces de caminos donde tanto el tráfico peatonal como el de vehículos hacía que los romanos disminuyeran la velocidad. Allí, los lares compitales recibían la mayor visibilidad.

Con el tiempo —y a medida que empeoró el tráfico en las calles—, los santuarios Compitales cumplieron otra función: proteger a los viajeros en estos cruces. Evidentemente, ¡el tráfico romano no ha cambiado mucho desde la antigüedad!

A medida que el cristianismo se difundió en Roma, los lares Compitales fueron desapareciendo lentamente. María reemplazó a las deidades paganas como la protectora de las calles de Roma, especialmente en sus intersecciones. A finales del siglo XIX, sólo se confiaba en Nuestra Señora para velar por la ciudad, una posición que aún mantiene.

Milagros y devociones

Se han atribuido numerosos milagros a las madonnelle durante los últimos 500 años. La mayoría de estos se refieren a los ojos de la Virgen en estas imágenes, de los cuales se ha dicho que lloran, sangran o se mueven de un lado a otro.

El 9 de julio de 1796, con las fuerzas de Napoleón barriendo Italia, decenas de personas informaron que los ojos de las madonnelle los seguían mientras pasaban. Cinco de estos casos fueron confirmados como milagrosos por la Iglesia, y se construyó una capilla alrededor de una de estas madonnelle: la Madonna dell’Archetto. Esta sigue siendo la iglesia más pequeña de Roma hoy en día, ubicada a solo unas cuadras de la muy famosa Fontana Di Trevi.

La estrecha entrada de Madonna dell'Archetto, la iglesia más pequeña de Roma. Crédito: Scarlett Rose Ford
La estrecha entrada de Madonna dell'Archetto, la iglesia más pequeña de Roma. Crédito: Scarlett Rose Ford

Algunas madonnelle están dedicadas a ciertas apariciones marianas, como la que se muestra en la imagen inferior, dedicada a La Beata Virgen del Carmine, la Virgen del Carmen.

Una "madonna" dedicada a Nuestra Señora del Monte Carmelo adorna un edificio de apartamentos. Crédito: Scarlett Rose Ford
Una "madonna" dedicada a Nuestra Señora del Monte Carmelo adorna un edificio de apartamentos. Crédito: Scarlett Rose Ford

Otras madonnelle funcionan como devociones personales, como el santuario de la imagen inferior, dedicado a Mater Itineris, o Madre del Camino.

Una "madonna" dedicada a la Madre del Camino está adornada con objetos devocionales y placas que dan gracias por su intercesión. Crédito: Scarlett Rose Ford
Una "madonna" dedicada a la Madre del Camino está adornada con objetos devocionales y placas que dan gracias por su intercesión. Crédito: Scarlett Rose Ford

Esta madonnella es visitada regularmente por los fieles del barrio, quienes la adornan con flores, velas y otros objetos devocionales. Las placas agradecen a María por el nacimiento de sus hijos, algunas de las cuales llevan las iniciales “P.G.R.”, que significa “Por la Gracia Recibida”.

Imágenes modernas

Después de la Segunda Guerra Mundial, las madonnelle tuvieron un renacimiento en Roma. El venerable Papa Pío XII consagró la ciudad a Nuestra Señora del Divino Amor el 4 de junio de 1944, pidiéndole que protegiera Roma durante los bombardeos. Ese mismo día, el Quinto Ejército de Estados Unidos entró en la ciudad, liberando a Roma de la ocupación nazi alemana. 

Esto convirtió a Roma en la primera capital del Eje liberada y también aseguró la libertad del papado y la Ciudad del Vaticano.

En agradecimiento por la milagrosa intercesión de Nuestra Señora, nuevas madonnelle dedicadas a la Virgen del Divino Amor fueron instaladas por toda la ciudad. Muchas de ellas, como la que se muestra a continuación, presentan la misma frase: “Virgen María Inmaculada, Madre del Divino Amor, haznos santos”. 

Representación de Nuestra Señora del Divino Amor. Crédito: Scarlett Rose Ford
Representación de Nuestra Señora del Divino Amor. Crédito: Scarlett Rose Ford

Una década después, el Papa Pío XII declaró 1954 como el primer año mariano de la Iglesia, y se construyeron más santuarios para conmemorar este año dedicado a la Madre de Dios.

Hoy en día, se pueden encontrar madonnelle en todo tipo de paredes romanas: desde callejones grafiteados hasta palacios romanos y restaurantes al aire libre. Nuestra Señora es una presencia omnipresente en la Ciudad Eterna. Tanto los turistas como los locales sólo tienen que mirar hacia arriba para ver el arte que sirve como recordatorio de la rica historia de la ciudad.

Vista de un restaurante romano. Crédito: Scarlett Rose Ford
Vista de un restaurante romano. Crédito: Scarlett Rose Ford

En cada intersección, ya sea metafórica o, en el caso de Roma, física, María siempre está mirándonos; ella es nuestra guía, nuestra protección y nuestra libertad.

Primer plano de una representación mariana con Cristo Rey. Crédito: Scarlett Rose Ford
Primer plano de una representación mariana con Cristo Rey. Crédito: Scarlett Rose Ford

Traducido y adaptado por ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register.