Stefano Peschiera, el deportista peruano que logró conseguir la primera medalla olímpica para su país en 32 años, ha compartido en una reciente entrevista su historia de fe y superación personal, que está íntimamente ligada al poder de la oración, la Eucaristía y el Santo Rosario.
“Hoy soy un hombre de fe, muy creyente, y feliz de estar en este camino”, afirmó Peschiera, de 29 años, en una entrevista concedida a EWTN Noticias, dos semanas después de haber obtenido la medalla de bronce en vela en los Juegos Olímpicos de París 2024.
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Su éxito en la modalidad de ILCA 7 lo convierte en el quinto peruano en alcanzar tal honor en más de tres décadas en los Juegos Olímpicos. Pero detrás de este triunfo hay una historia de fe y devoción poco conocida.
El medallista olímpico explicó que, además de trabajar mentalmente con un psicólogo deportivo, encontró en la oración y los objetos religiosos un refugio y calma durante la competencia. “He sentido una energía increíble de tanta gente que me ha obsequiado objetos religiosos, como rosarios, estampitas, y biblias", señaló.
Para Stefano, la fe no es sólo una parte de su vida privada, sino que juega un papel crucial en su éxito como atleta. “Oro todas las noches, agradeciendo por la salud de mi familia y las oportunidades que nos da. Le pido que nos siga bendiciendo con esas oportunidades y con salud, que es lo más importante al final”, compartió.
Su amor por la Eucaristía
El deportista señaló que durante este año ha atravesado momentos complejos en torno a su salud, pero su madre siempre lo incentivó a rezar. “Al final, el Señor me ayudó a superar esos momentos”, comentó.
También aseguró que suele asistir recurrentemente a la celebración de la Santa Misa: “No sólo porque se venían las olimpiadas, sino que trato de ir todos los domingos que puedo. A veces, por el deporte que practico, se complica, pero hoy en día ya voy a Misa hasta de manera virtual”.
Pero este camino de fe no ha sido en línea recta. Si bien Stefano proviene de una familia católica, por muchos años no practicó su fe, hasta participar de un retiro de la comunidad “Sicar”, una comunidad de jóvenes en la iglesia Santa María Reina, del distrito limeño de Miraflores.
“Siempre he creído en Dios. Que haya estado cerca o lejos de Él no cambia el hecho de que siempre he creído en Él y sigo creyendo hoy en día. Vivo feliz con mi fe y me gusta compartir con la gente esta experiencia de la fe, especialmente cómo se relaciona con el éxito en lo deportivo”, aseguró.
Tras participar del retiro católico de la comunidad Sicar, el atleta experimentó un cambio significativo al reconciliarse con su fe. “En ese retiro, me confesé por primera vez en años. Fue un retiro muy testimonial, con gente muy linda que compartía momentos en los que, como yo ahora, se habían alejado un poco de su fe, pero lograron volver y Dios los salvó”.
Según el atleta, hoy en día realiza cualquier actividad diaria “con mucha más conciencia” y mantiene el contacto con la comunidad Sicar todos los jueves e intenta no faltar a sus encuentros.
La importancia del Santo Rosario en su vida
Stefano ha encontrado en el Santo Rosario una fuente de fortaleza y paz, especialmente en los momentos de mayor presión en su carrera deportiva. Aunque su devoción al Rosario se profundizó recientemente, ha cobrado un significado especial. “Creo que empecé a rezar el Rosario más cuando fui al [santuario del] Señor de los Milagros el año pasado. La energía que sentí fue increíble. Ahí me compré un Rosario morado y empecé a rezar”, compartió a EWTN News.
El Rosario no sólo le ha brindado consuelo, sino que también se ha convertido en un elemento clave en su preparación antes de las competencias. Durante los Juegos Olímpicos de París 2024, Stefano llevaba consigo un Rosario que le había sido regalado por la madre de un amigo argentino.
“Me encomendé a Dios todas las mañanas y noches, con el Rosario que me obsequió la mamá de un amigo argentino, quien también me dio una estampita de Medjugorje. También me dio un Rosario que recé con su grupo por 30 días antes de las olimpiadas. Esos Rosarios me acompañaron y me dieron la fuerza para enfrentar cada día de competencia”, afirmó.
Aunque la práctica del Rosario requiere dedicación, Stefano ha integrado esta devoción en su vida cotidiana, incluso en los días más agotadores. “Siempre en las noches rezo el Padre Nuestro y algunas Ave Marías. A veces rezo un Rosario o parte de él, dependiendo de qué tan cansado esté. Trato de hacer ese esfuerzo, aunque a veces me quedo dormido con el Rosario en el pecho”, confesó.
La fe y su visión del deporte
Peschiera reconoció que la vida de fe no siempre es fácil y que, al igual que en el deporte, se debe enfrentar a tentaciones y duros desafíos. “He tratado de darme cuenta de que debe haber un balance entre la fe, los conocimientos y la sabiduría. Demasiada fe sin sabiduría puede llevar a una fe ciega [...] Por otro lado, demasiado conocimiento sin fe crea un cinismo que puede llevar a una persona a no creer”, reflexionó. Este equilibrio, asegura, es lo que le ha permitido enfrentar no sólo los retos deportivos, sino también las dificultades personales.
Según Stefano, quien ahora se ha ganado un lugar en la historia del deporte de su país, hoy sólo le pide “a Dios fuerzas para enfrentar lo que venga, sean derrotas, fracasos, aciertos o éxitos”.
“Mi papá siempre me inculcó: nunca nos victimicemos, no tiremos la toalla por nada, salgamos a darle la vuelta a la cosa, al tablero, a la situación y superémonos a nosotros mismos. Entonces busquemos siempre la siguiente mejor decisión y la ilusión, nunca perdamos la ilusión”, aconsejó a sus seguidores.
Stefano, reveló al término de la entrevista, que durante todas las noches, al final de sus oraciones, no le pide a Dios que le “haga ganar” ni que “le regale una medalla”. “Lo principal es que nos dé salud a mi familia, a mí y a la gente linda que nos rodea. Le pido que dé una oportunidad a quienes están un poco desviados o yendo por un camino equivocado. Pero sobre todo, le pido fuerzas para enfrentar lo que se venga”, concluyó.