La Iglesia Católica maronita “es la voz más influyente en la vida libanesa” y “desempeña un papel crucial” en el Líbano, según aseguró Mons. Abdo Abou Kassem, director de comunicación de la Conferencia de Obispos del Líbano, en entrevista con EWTN Noticias.

La crisis política y económica que atraviesa el país, desde 2019, se ve exacerbada por la falta de presidente, la escasez de liderazgo “y el egoísmo de los políticos, que no priorizan el servicio nacional”, indicó Mons. Kassem.

Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram

Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:

“La Iglesia en el Líbano desempeña un papel crucial en la vida nacional, más allá de lo político, pues siempre está presente con los fieles, sean cristianos o musulmanes”, aseguró el director de comunicación del Episcopado.

Además, destacó que cada semana el patriarca maronita, el Cardenal Bechara Raï, hace llamados al liderazgo político “para que asuman sus deberes y se restablezca la normalidad política, especialmente en un momento en el que el Líbano carece de un presidente”.

Mons. Kassem destacó que la Iglesia liderada por el patriarca es la principal defensora de los derechos de los libaneses y ofrece apoyo significativo en educación y salud, especialmente a los cristianos. Sin embargo, la migración de los jóvenes —motivada por la desconfianza en los políticos y en las acciones de la Iglesia— representa una grave pérdida, tanto para el futuro del país como para la comunidad religiosa.

El Episcopado del Líbano trabaja de la mano con diversas organizaciones para garantizar el apoyo a los más vulnerables. Además, han intentado crear “una tarjeta central” que incluya a todos los cristianos del país, con el fin de gestionar las ayudas de manera más eficiente, pero no ha logrado ser implementada.

El significado de la beatificación de Esteban Douaihy

El pasado 2 de agosto, la Iglesia celebró la beatificación de Estaban Douaihy, primer patriarca maronita en alcanzar la gloria de los altares, después de que el Papa Francisco aprobara un milagro concedido por su intercesión. El Patriarca Douaihy vivió entre 1630 y 1704.

Para Mons. Kassem, su beatificación es “una señal divina, que nos recuerda que el Líbano es una tierra de santos”. Además, resaltó que es una invitación a confiar en la providencia divina.

“Esteban Douaihy es una bendición para el Líbano y sus habitantes. Especialmente en estos tiempos difíciles, tanto en el país como en el Medio Oriente. Su Beatificación nos llena de alegría y paz”, afirmó.

Asimismo, indicó que la ceremonia les hizo sentir fortalecidos “para resistir y permanecer en nuestra tierra, siendo testigos de la paz y de Jesucristo, quien siempre nos da fuerza para perseverar en el Líbano y en Medio Oriente”.

El Patriarca Douaihy destacó por revitalizar la Iglesia maronita y preservar su liturgia y tradiciones. Durante su patriarcado restauró iglesias, reforzó la disciplina eclesiástica y promovió la educación. 

También escribió extensamente sobre teología e historia, defendiendo la identidad maronita en tiempos difíciles. Su legado perdura como un símbolo de liderazgo espiritual y amor por su pueblo. Su Beatificación sirve como inspiración para los cristianos libaneses.

“Es importante que todos sepan que el Beato Esteban Douaihy vivió hace 350 años en una situación muy parecida a la que enfrentamos hoy: sufrió persecuciones, tuvo conflictos y tuvo que abandonar su territorio en varias ocasiones”, explicó Mons. Kassem.

Para el director de comunicación de los obispos, la vida del patriarca es “una señal del Cielo, que nos recuerda que nuestros ancestros, como Douaihy y otros patriarcas, vivieron en condiciones aún más difíciles y hoy son santos reconocidos por la Iglesia en todo el mundo”.

“Este ejemplo nos invita a mantener la esperanza en el futuro de nuestra vida cristiana y en la providencia de Dios”, concluyó Mons. Kassem.

La crisis en Líbano es catalogada como una de las más graves del mundo desde mediados del siglo XIX, según el Banco Mundial. La economía libanesa se desplomó drásticamente, con el producto interno bruto (PIB) nominal cayendo de cerca de 52 mil millones de dólares en 2019 a aproximadamente 23,1 mil millones en 2021. 

Esta crisis económica, junto con la pandemia de COVID-19 y la explosión en el puerto de Beirut en 2020, ha sumido al país en una profunda recesión, provocando una devaluación masiva de la moneda, hiperinflación, y un aumento significativo en la pobreza y el desempleo.