San Pío X, patrono de los catequistas y cuya fiesta la Iglesia Católica celebra cada 21 de agosto, aprobó en 1905 un catecismo para niños que se difundió en todo el mundo. Entre las prácticas y concisas explicaciones de las verdades de fe que allí se dan, hay dos consejos sobre el modo de asistir a Misa que les compartimos a continuación.

El Catecismo de San Pío X (Décimo) indica que “para oír bien y con fruto la Santa Misa, son necesarias dos cosas: 1° modestia en el exterior de la persona; 2° devoción del corazón”.

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1. Modestia en el exterior

Sobre el primer punto, el catecismo señala que consiste “en ir modestamente vestido, en guardar silencio y recogimiento, y en estar, cuanto sea posible, arrodillado, excepto el tiempo de los dos evangelios, que se oyen en pie”.

En la época de San Pío X los fieles podían permanecer de rodillas gran parte de la Misa, en lo que hoy se conoce como Misa tradicional en latín o Misa tridentina. En la actualidad, la Instrucción General del Misal Romano indica que, en general, los fieles deben arrodillarse durante la consagración, salvo que no puedan por un tema de salud o alguna causa razonable.

No obstante, señala la instrucción vigente, los que no se arrodillen deberán hacer una “inclinación profunda [reverencia con la cabeza y el torso] mientras el sacerdote hace la genuflexión después de la consagración”.

Por otro lado, es importante recordar que en la Misa tradicional que se celebraba en aquel entonces se proclamaba el Evangelio, y al final de toda la celebración se leía el Prólogo del Evangelio de San Juan en latín. Sin embargo, en la Misa actual sólo se proclama una vez el Evangelio.

2. Devoción en el corazón

El Catecismo de San Pío X describe que la mejor manera para lograr la devoción del corazón es con estos 4 pasos:

a) “Unir desde el principio nuestra intención con la del sacerdote, ofreciendo a Dios el santo sacrificio por los fines para que fue instituido”.
b) “Acompañar al sacerdote en todas las oraciones y acciones del sacrificio”.
c) “Meditar la pasión y muerte de Jesucristo y aborrecer de corazón los pecados que fueron causa de ella”.
d) “Hacer la comunión sacramental [acercándose a comulgar], o al menos la espiritual, al tiempo que comulga el sacerdote”.

Para la Comunión Espiritual, el catecismo propone esta breve oración: “Señor mío, Jesucristo, yo deseo con todo mi corazón unirme a ti ahora y por toda la eternidad”.