Al presidir la Misa de aniversario de la muerte del beato Padre Alberto Hurtado, el Obispo Auxiliar de Santiago, Mons. Cristián Contreras, pidió a los chilenos prepararse para la canonización del sacerdote con una auténtica opción por Cristo, de la que brote la ayuda a los más necesitados.
En su homilía, pronunciada en el santuario dedicado al beato, el Obispo recordó que “la vida del Padre Hurtado se explica, por su amor apasionado y vehemente por Jesucristo. Si una palabra tuvo permanentemente en sus labios fue precisamente la de Cristo. En sus retiros, en la dirección espiritual, en sus conferencias a lo largo del país, en sus artículos de prensa, en sus libros, en sus obras, Jesucristo era su único anhelo y su principal energía”.
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El “encanto” del Padre Hurtado fue poner en práctica lo que creía y su convicción de que “el pobre es Cristo en persona que carga su cruz”.
“Ese ‘sentido del pobre’ marcó su vida; porque el pobre no es sólo una categoría sociológica. Es mucho más; es una categoría eminentemente religiosa; es decir, tiene que ver con Dios, porque Dios se identifica con el pobre, con el huérfano, con la viuda, con los enfermos, con los niños. Por eso la opción por los pobres es una opción genuinamente eclesial que remonta a Dios y a Cristo mismo”, precisó el Obispo.
Mons. Contreras recordó que la dignidad de toda persona humana “no puede ser medida ni valorada por ninguna escala de valores, porque la dignidad de la persona humana es definida por la referencia a Cristo. Y Cristo es eterno”.
El Padre Hurtado, señaló, amó a la Iglesia “hasta las lágrimas. A ella fue fiel y obediente. Ella, siguiendo una larga tradición de nuestra historia, le mostró el mundo de los postergados, de los obreros, de los niños, de los intelectuales, de los sacerdotes. Por eso tener al Padre Hurtado en los altares, es una alegría muy profunda para todos los que confesamos el nombre de cristianos y católicos”.
Mons. Contreras agregó que a la luz de su vida, “no hay tarea más fascinante” que el apostolado “donde a Cristo se le quiere exonerar, se le quiere desterrar y echar al olvido”.
“La santidad del Padre Hurtado es providencial para nosotros y para toda nuestra Iglesia, porque nos devuelve el sentido a nuestra vida y nos desafía a una misión. Como el Beato Padre, debemos ser los hombres y mujeres de este tiempo; asumir la historia y la realidad concreta de nuestros semejantes, porque lo que no es asumido no es redimido”, indicó.
“Cristo, el Verbo eterno de Dios se hizo “historia”: gozosa, luminosa, dolorosa y finalmente gloriosa. Esa es nuestra vocación que debemos vivir sin miedos ni temores paralizantes, sino con la fuerza del Espíritu y con la convicción de que la promesa de Cristo se cumple: ‘yo estaré con ustedes todos los días, hasta el final del mundo’”, concluyó.