Para el médico Jonathan Muraskas del Loyola University Medical Center, el cumpleaños número 14 de Melanie es un hito histórico. Ella nació con 280 gramos de peso y se convirtió en la bebé más diminuta del mundo. Su desarrollo y supervivencia la han convertido en un milagro moderno.
Madeline nació en 1989 a las 27 semanas de gestación. Su madre, que llevaba casi siete meses de embarazo, sufría de preclampsia y esto privó a la no nacida de nutrientes esenciales.
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Al nacer, Melanie pesaba la tercera parte del peso promedio de bebés con su mismo tiempo de gestación.
El doctor Muraskas, que presidió el parto en Chicago, recuerda que en aquel momento, la pequeña tenía sólo el 60 por ciento de posibilidades de sobrevivir. Los bebés que nacen con un peso tan drásticamente bajo tienden a sufrir serías discapacidades como parálisis cerebral, ceguera o problemas de aprendizaje.
Pero, a sus 14 años de edad, Madeline goza de muy buena salud, aunque es considerablemente pequeña para su edad –mide 136 centímetros, cuando el promedio es de 163 y pesa solo 25 kilogramos-, toca violín y se ubica en el quinto superior de rendimiento escolar.
Muraskas ahora está convencido de que su desarrollo es un milagro, debido a los numerosos problemas que suelen sufrir los bebés prematuros.
La aventura de Madeline ha servido para llamar la atención de los estadounidenses no sólo hacia la posibilidad de que los bebés de bajo peso puedan salir adelante, sino también sobre la viabilidad de un no nacido a las 27 semanas de gestación, un tiempo en el que aún se pueden practicar abortos legales.