Un equipo científico ha identificado los restos del obispo de Iria Flavia, Teodomiro, quien recibió una revelación sobre la localización de la tumba de Santiago el Mayor, el Apóstol que evangelizó España y dio origen a la mayor ruta peregrina de Europa.

Así se recoge en un artículo publicado por la Universidad de Cambridge en el que se dan detalles de la investigación liderada por el español Patxi Pérez Ramallo, miembro de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología. 

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El origen del Camino de Santiago se remonta al siglo IX, cuando un ermitaño llamado Pelayo presenció una lluvia de estrellas que descendía sobre un campo. Al llegar al lugar, descubrió una antigua tumba e informó al Obispo de Iria Flavia, Teodomiro. 

Según la tradición, pasaron tres días de oración y ayuno hasta que el prelado recibió una revelación en la que se le hizo conocer que se trataba del lugar donde el Apóstol Santiago había sido enterrado junto a dos de sus discípulos. 

Fue el Rey Alfonso II de Asturias, al conocer los hechos, quien mandó construir una iglesia en el lugar tras ser el primer peregrino del lugar santo, recorriendo una ruta desde la ciudad de Oviedo que aún hoy es conocida como el Camino Primitivo. 

Pronto fueron mucho más los que, guiados por la fe y la piedad, acudieron al lugar, que con los años se transformó en la Catedral de Santiago de Compostela. 

En el año 1955, el arqueólogo Manuel Chamoso Lamas, descubrió en el suelo de la catedral compostelana una lápida con una inscripción que hacía referencia al Obispo Teodomiro. Bajo ella, unos restos óseos de lo que parecía ser un varón de avanzada edad. Años después, una reevaluación de los huesos llevó a afirmar que pertenecían a una mujer. 

La nueva investigación científica constituye “el primer análisis de los huesos combinando técnicas osteológicas y biomoleculares, con el objetivo de establecer un perfil biológico detallado del individuo y proporcionar nuevos conocimientos sobre su cronología, origen geográfico, dieta y estatus social”.

Entre otras pruebas, se realizó una datación por radiocarbono a partir de un fragmento de costilla, un análisis de ADN y otro sobre la estabilidad de los isótopos estables de carbono y nitrógeno a partir del esmalte de un premolar inferior. 

Como resultado, se llegó a la convicción de que se trata de “un adulto mayor de sexo masculino con una constitución grácil” que tendría unos 45 años y cuya datación es coherente con la fecha de la muerte de la lápida, el 847 después de Cristo. De las pruebas también se deduce que se trata de un individuo que vivió cerca de la costa, dato también aplicable al Obispo de Iria Flavia, actual Padrón, municipio costero en Galicia. 

Las pruebas de ADN muestran rasgos que hacen concluir que se trata de un individuo que vivió en la Península Ibérica hace 1200 años ya que “se encuentra fuera de la variación europea moderna hacia la dirección de las poblaciones modernas del norte de África y cerca de los íberos romanos, los visigodos del sur de Iberia y los individuos islámicos ibéricos”.

Tras su análisis, los investigadores concluyen que “a pesar de las limitaciones y de la cautela que hay que tener en la interpretación de nuestros resultados, estos datos apoyan la posibilidad de que los restos humanos encontrados en asociación con la lápida inscrita bajo el suelo de la Catedral de Santiago de Compostela en 1955 sean los del obispo Teodomiro”. 

Además, señalan que “esta información contribuirá directamente a la conservación de los restos y a promover un lugar de culto especial en la Catedral de Santiago, enriqueciendo las visitas al templo y a la ciudad, ya que Teodomiro representa una figura clave no solo para la historia de Santiago de Compostela, Galicia, sino también para España, Europa y el catolicismo”.