San Juan María Vianney, o también conocido como el Santo Cura de Ars, solía dar varios consejos a los fieles y sacerdotes para tenerlos en cuenta durante la confesión. Por ello, con motivo de su fiesta que es cada 4 de agosto, les compartimos 7 importantes recomendaciones del patrono de los párrocos.
Este humilde santo es conocido no sólo por sus luchas contra el demonio, sino también porque siempre tenía una larga fila de penitentes que querían confesarse con él. En el libro Vida y anécdotas del Cura de Ars, escrito por el P. Ángel Peña O.A.R., se cuenta que las personas debían esperar “hasta sesenta horas antes de confesarse”.
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Tanto era el anhelo de los fieles que incluso había quienes pagaban a otros “para que les hicieran la cola”. A través de una persona poseída, el demonio le dijo: “Tú me haces sufrir. Si hubiera tres como tú en la tierra, mi reino sería destruido”.
Consejos del Cura de Ars para los penitentes y confesores
1. En ocasiones, durante la confesión, regalaba un santo rosario, animando a que lo llevarán siempre y lo rezaran. “Un buen cristiano va siempre armado con su rosario. El mío jamás me deja”, decía.
2. Cuando las filas eran largas, a veces pronunciaba expresiones breves como: “¡Qué desgracia! ¡Ame a nuestro Señor! ¡Si no evita tal ocasión, se condenará! ¡Tenga piedad de su pobre alma!”.
3. En sus catequesis, enseñaba: “Cuando el sacerdote da la absolución, sólo hay que pensar en una cosa: que la sangre de Cristo corre por nuestra alma para lavarla, purificarla y hacerla tan bella como era después del bautismo. Aunque el alma sea negra como el carbón o roja como escarlata, por la absolución quedará blanca como la nieve”.
4. En un sermón se puso a llorar por los que se condenan al infierno y con profundo dolor cuestionó: “¿Por qué los hombres se exponen a ser malditos de Dios? Por una blasfemia, por una botella de vino (borrachera), por un placer de dos minutos. ¡Oh, perder a Dios, perder el alma y el cielo para siempre!”.
5. A los que se confesaban con él les daba una pequeña penitencia y decía: “Yo les impongo una pequeña penitencia y lo que falta, lo hago yo por ellos”.
6. Aconsejando a otros sacerdotes indicó: “Hay que negar la absolución o, mejor dicho, diferirla (aplazarla) a los pecadores habituales que recaen en el mismo pecado y que no hacen nada o muy poco para corregirse”.
7. “Cuando vean un sacerdote, digan: ‘Un sacerdote me ha hecho hijo de Dios y me ha abierto el cielo por el bautismo, me ha perdonado mis pecados (por la confesión) y me da el alimento para el alma (en la comunión)’. El sacerdote tiene el lugar de Dios. Es un hombre que está revestido de los poderes de Dios”, indicaba el gran Santo Cura de Ars.