La Basílica de Santa María de los Ángeles en Asís (Italia) fue escenario de emotivos momentos de reconciliación con el Señor, en medio de velas y peregrinos que se arrodillaron antes de ingresar a la Capilla de la Porciúncula, origen de la indulgencia plenaria que los fieles de todo el mundo pueden recibir en cualquier iglesia franciscana entre el 1 y 2 de agosto.
La tradición cuenta que San Francisco de Asís tuvo una visión mística de Cristo y la Virgen en la Porciúncula. El santo le pidió al Señor indulgencia plenaria para todos los que fueran a este recinto y Jesús, animado por la intercesión de su madre, aceptó. Luego la Iglesia Católica extendió esta indulgencia a todos los templos franciscanos en los días mencionados.
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En este contexto, el jueves 1 de agosto por la noche se llevó a cabo en Asís la tradicional Vigilia de oración del perdón. Según imágenes difundidas por los Hermanos Menores de Asís, un gran número de consagrados y laicos hicieron una larga cola en el atrio de la Basílica portando velas encendidas en sus manos.
Entre cánticos y oraciones, poco a poco entraron al templo y se ubicaron en las bancas que estaban puestas al frente de la capilla de la Porciúncula. La meditación estuvo a cargo del P. Gaetano La Speme de los Hermanos Menores Capuchinos de Sicilia.
El viernes 2 de agosto, día de la gran fiesta del Perdón de Asís y de Nuestra Señora de los Ángeles de la Porciúncula, se llevó a cabo una Misa solemne presidida por Mons. Mauro Maria Morfino, Obispo salesiano de Allghero-Bosa.
En su homilía, resaltó que “en esta ‘puerta del cielo’, donde María nos abre de par en par el trono de la misericordia, aprendemos que con el amor con el que somos amados, que es gratuito, inmerecido, incondicional y sin defecto, precisamente porque somos amados así, podemos a su vez amar, con el mismo corazón de Dios”.
Por la tarde, en un ambiente de alegría, arribaron las diversas marchas con miles de peregrinos provenientes de Italia y otras partes de Europa. Las delegaciones se detenían frente a la Basílica y se arrodillaban para besar el piso.
Luego ingresaban al templo y pasaban por la pequeña puerta de la Porciúncula para ganar la indulgencia. En el interior, las personas agradecían de rodillas a Dios por el misericordioso don del perdón.
De acuerdo a los Frailes Menores de Umbría, región donde está Asís, su ministro provincial, Fray Francesco Piloni, resaltó en redes sociales que “el Perdón de Asís quiere llegar todavía hoy como una puerta abierta de par en par que abre a la esperanza, pero aún más, que abre a la posibilidad de un modo de vida diferente”.
“Una verdadera fiesta del Perdón será entonces volver a la profundidad, extirpar de nuestro corazón toda raíz de odio y de indiferencia, para enraizarnos verdaderamente en ese amor más grande que todos deseamos, que es el amor de Dios", puntualizó.