Cada 29 de julio es la fiesta de San Lázaro y su hermana Santa Marta. Se cuenta que la santa aprendió tan bien de las enseñanzas de Cristo que resucitó a un muerto. Además, se cree que atrapó a un dragón despiadado, logrando numerosas conversiones.
Una antigua tradición indica que Lázaro y sus hermanas Marta y María llegaron a Francia y predicaron en diversos lugares. Lázaro se convirtió en el primer obispo de Marsella y María (al parecer la Magdalena) se fue a vivir a un desierto, donde los ángeles la subían y bajaban diariamente del cielo.
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En el libro Año Cristiano del P. Juan Croisset, antiguo escritor francés de la vida de santos, se cuenta que cierto día, cuando Santa Marta predicaba en Aviñón, lugar donde siglos después vivirían varios Papas en el siglo XIV, un hombre que quería escucharla intentó cruzar un río nadando, pero se ahogó por la fuerte corriente del agua.
Le informaron a Santa Marta de lo sucedido y ella pidió a unos pescadores que sacaran el cuerpo del fallecido. Luego se puso a orar y el hombre volvió a la vida.
La leyenda de Santa Marta y el dragón
A raíz de esto se narra una especie de leyenda. Se dice que aquel milagro produjo tanta conmoción entre los pobladores que un grupo de ellos le pidió que los librara de un terrible dragón que los atormentaba.
La santa, con el fin de que las personas creyeran en el único y verdadero Dios, se introdujo en un bosque.
Allí encontró al animal, que estaba comiéndose a una persona. Santa Marta hizo la señal de la cruz, le roció agua bendita y se lo llevó amarrado al pueblo. Los habitantes mataron al dragón y luego se postraron a los pies de la santa rogándole que nunca los dejara.