Aunque su nombre es Mbengue Nyimbilo Crepin, todos le conocen como Pato. Hace apenas un año, tras salir de Camerún en busca de una vida mejor, perdió en el desierto de Libia a su mujer y a su única hija. Esta trágica historia dio la vuelta al mundo, llegando incluso a oídos del Papa Francisco.

Desde el 10 de julio, por decisión del Santo Padre, Pato tendrá un nuevo trabajo en el Vaticano. En concreto, será vigilante de sala en los Museos Vaticanos, según informó la vaticanista Eva Fernández.

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La trágica historia de Pato y su familia

A pesar de haber conseguido llegar a Túnez desde Camerún, Pato, su mujer Fati y su hija Marie, de 6 años, se vieron forzados a regresar al desierto tras ser expulsados por las autoridades. 

Debido a las pésimas condiciones en las que se encontraban, Pato se sintió indispuesto y sin fuerzas para seguir. Por ello, les animó a que continuaran caminando por el desierto sin él, junto a otros 30 migrantes que se dirigían también a Libia. 

Pasados unos días, unos hombres encontraron a Pato y le ofrecieron agua y ayuda. Poco después, recibió la terrible noticia al ver una fotografía donde los cuerpos de Fati y Marie aparecían sin vida en la arena.  

Gracias a la ayuda de la plataforma Mediterranea Saving Humans, pudo llegar a Italia y se encontró con el Santo Padre por primera vez en el Vaticano en noviembre de 2023. 

En aquel encuentro, el Pontífice le mostró su cercanía y le aseguró haber rezado mucho por su familia, fallecida debido a las altas temperaturas y la falta de agua. 

Pato también visitó al Papa Francisco junto a un grupo de migrantes el pasado 3 de julio, ocasión en la que ambos se fundieron en un gran abrazo. 

El Papa Francisco y la situación de los migrantes

El Santo Padre ha denunciado la situación de los migrantes e instado al cuidado de la dignidad de aquellos que se ven obligados a abandonar sus países en reiteradas ocasiones a lo largo de su Pontificado. 

También ha animado a acoger a los refugiados “que llaman a nuestra puerta” y realizado llamados a la comunidad internacional para la integración de estas personas en los países de acogida. 

En una ocasión, aseguró que los migrantes “representan la carne sufriente de Cristo, cuando se ven forzados a abandonar su tierra, a enfrentarse  a los riesgos y a las tribulaciones de un camino duro, al no encontrar otra salida”. 

“No tengan  miedo de mirar a los demás a los ojos porque no son un descarte, sino que también forman parte de  la familia humana y de la familia de los hijos de Dios”, afirmó. 

Cabe recordar que la intención de oración del Papa Francisco el pasado mes de junio fue por los que huyen de las guerras o del hambre y que están obligados a realizar viajes “llenos de peligros y violencia”, para que “encuentren acogida y nuevas oportunidades de vida” en los países donde les acogen.