Con motivo de la fiesta de Santa María Magdalena, que se celebra cada 22 de julio, compartimos una tradición antigua en la que se relata cómo es que la santa era subida y bajada del cielo por los ángeles, varias veces al día, hasta que murió de amor en presencia de un grupo de sacerdotes.
En el libro Leyenda Dorada o Leyenda Áurea del Beato Santiago de la Vorágine se narra que luego que el cristianismo se empezó a expandir San Pedro Apóstol dejó a San Maximino, uno de los 72 discípulos antiguos del Señor, como encargado espiritual de María Magdalena.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Maximino junto a Santa María Magdalena y sus hermanos Santa Marta y San Lázaro recorrieron diversos lugares predicando. Al final de su vida, la Magdalena se retiró a un desierto e hizo su morada en una especie de cueva, donde permaneció unos 30 años.
Cuenta la tradición que la santa era llevada al cielo por ángeles 7 veces al día, justo en el momento de las horas canónicas, que son diversos tipos de cánticos, salmos y oraciones que los religiosos del mundo rezan en determinadas horas, y que están contenidos en la Liturgia de las Horas, como súplica de la Iglesia a Dios.
En el cielo, Santa María Magdalena asistía a cada uno de estos oficios divinos en los que escuchaba los cánticos que los ejércitos celestiales recitaban. Al terminar, los ángeles la bajaban a la tierra y la dejaban en su morada.
Cierto día un sacerdote, que también buscaba una vida apartada en el desierto, vio cómo los ángeles descendían, se llevaban a una mujer a las alturas y después de un tiempo la regresaban a tierra.
El presbítero se encomendó a Dios y fue a averiguar qué era todo lo que había visto. Antes de llegar al lugar empezó a sentir que algo le impedía avanzar y que sus fuerzas le abandonaban. Es así que gritó tres veces, en nombre de Dios, pidiendo que quien estaba en la cueva saliera y le dijera si era un ser humano u otro ser racional.
Luego escuchó una voz que le dijo que se acercara un poco. El sacerdote, con miedo, obedeció. Es así que la santa le explicó que ella era la que le lavó los pies al Maestro con sus lágrimas, un episodio narrado en el Evangelio.
Además le indicó que desde hacía 30 años los ángeles la subían y bajaban y que Cristo le comunicó que dentro de poco dejaría este mundo.
Santa María Magdalena le encomendó al sacerdote que vaya donde San Maximino para decirle que el Domingo de Resurrección, cuando rezara los maitines (una de las oraciones de la Liturgia de la horas que se reza antes del amanecer) fuera sólo a su oratorio y que allí la encontraría.
El presbítero no pudo ver a la santa, pero al escuchar una voz que parecía celestial fue rápido donde San Maximino para contarle lo sucedido.
Cuando llegó el Domingo de Resurrección, el obispo San Maximino entró muy temprano a su oratorio y vio allí a la santa suspendida en el aire, acompañada de ángeles. Ella le pidió que se acercara y él pudo contemplar cómo el rostro de la Magdalena ya parecía angelical, brillante y resplandeciente.
San Maximino hizo pasar a todo su clero y al presbítero que llevó el mensaje. Luego le dio la comunión a Santa María Magdalena, quien derramó lágrimas de amor y felicidad. Finalmente, al pie del altar, la santa se echó en el suelo y su alma retornó a la Casa del Padre.