El misionero español Enrique Alagarda, pide ayuda para mantener la radio parroquial, en funcionamiento desde hace 25 años, un elemento esencial para la evangelización de la región de Mosquitia en la selva de Honduras.
Alagarda es miembro de la Congregación de la Misión (padres paúles), que tiene presencia en la zona desde el año 1910, motivo por el cual pidió ser destinado allí nada más ser ordenado sacerdote a los 21 años, en 1991.
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La parroquia de San José en la selva hondureña abarca una superficie de 300 kilómetros cuadrados repletos de ríos, canales y lagunas en la que sólo hay una carretera. En ella hay más de 60.000 habitantes, la mitad católicos, organizados en 80 comunidades.
Los dos sacerdotes sólo pueden acudir en persona dos veces al año a cada comunidad y cuentan con la ayuda de 190 delegados de la Palabra, entre los que se encuentran 15 ministros de la Eucaristía y 160 catequistas, la mayoría mujeres.
En este contexto, la emisora Kupia Kumi - Radio Paz, que emite casi en su totalidad en lengua misquita, no es solo un medio de comunicación, sino “un instrumento clave para la evangelización, la formación y la supervivencia de sus comunidades que viven alejadas y aisladas, con acceso muy complicado”, afirma el misionero en declaraciones difundidas por la Archidiócesis de Valencia (España), de donde es originario.
El P. Alagarda expone que el proyecto para el que pide ayuda económica supone reemplazar el techo de la emisora, de madera, por uno de metal que sea más seguro para la instalación de placas solares.
Este cambio responde tanto al magisterio pontificio en favor del cuidado de la Creación como a una necesidad energética, porque el suministro en la zona de la Mosquitia “es inestable debido a la meteorología, las constantes lluvias y la humedad, por lo que es muy difícil de sostener”.
“Para nosotros la radio es un instrumento esencial, por una parte, para nuestro trabajo evangelizador, pues, por ejemplo, se emiten las eucaristías diarias y catequesis que son escuchadas por las comunidades, que viven muy alejadas las unas de las otras”, añade el misionero.
Por otro lado, también sirve para realizar el trabajo social de la parroquia, puesto que la cobertura de teléfono móvil sólo llega “a un 15 o un 20% de la población”, de tal manera que “el único modo de enviar un mensaje, el único modo de socializar un proyecto, por decirlo así es la radio. No hay otra radio con alcance”, incide el religioso español.
Estos proyectos sociales se han hecho más necesarios en los últimos años debido al impacto del narcotráfico en la región, según testimonia el misionero: “Cuando llegué a Honduras era una sociedad pobre, pero, en cierto modo, estable, tranquila. Pero todo cambió con el ingreso del narcotráfico, que ha desestabilizado la sociedad. El tráfico de drogas ha derivado después en un fuerte consumo de drogas. Y eso, ha destruido muchas familias, ha destruido la vida de muchos jóvenes sobre todo, y ha cambiado la fisonomía de nuestra zona”.
“Un pequeño sacrificio en algo de nuestra vida cotidiana puede ser la diferencia entre la vida o la muerte, la diferencia entre que un joven pueda salir adelante o quedar atrapado en las redes de violencia o narcotráfico, o que una persona pueda tener capacidad para recibir un tratamiento médico o morir por esa enfermedad. Esa es la gran diferencia”, explica.
Las aportaciones para este proyecto se pueden realizar a través de la Fundación Ad Gentes del Arzobispado de Valencia.