El Dicasterio para las Causas de los Santos en el Vaticano ha enviado a la Arquidiócesis de Seúl (Corea del Sur) la carta de “nihil obstat” (no hay impedimento) para iniciar el proceso de beatificación del Cardenal Stephen Kim Sou-hwan, quien lideró esa jurisdicción durante 30 años, entre 1968 y 1998.

Según refiere la agencia vaticana Fides, Stephen Kim fue “el undécimo arzobispo de la archidiócesis de Seúl y el primer cardenal de Corea”.

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Los otros tres cardenales de Corea son: el fallecido Nicolás Cheong Jin-suk (1931-2021), Andrés Yeom Soo-jung, Arzobispo Emérito de Seúl, de 78 años; y Lázaro You Heung-sik, prefecto del Dicasterio del Clero en el Vaticano, de 72 años.

En 2023, el actual Arzobispo de Seúl, Mons. Peter Soon-taick Chung, aceptó la petición y expresó su intención de iniciar el proceso de beatificación del Cardenal Kim, para lo cual la comisión diocesana para la beatificación y canonización ha formado un comité histórico de expertos que investigará la vida del purpurado.

¿Quién fue el Cardenal Kim?

El Cardenal Stephen Kim fue el primer purpurado de Corea. Nació el 8 de mayo de 1922.

Según Catholic Hierarchy, un sitio web especializado en información sobre obispos católicos, fue ordenado sacerdote el 15 de septiembre de 1951, a los 29 años.

Fue nombrado Obispo de Masan el 15 de febrero de 1966, recibiendo la consagración episcopal el 31 de mayo del mismo año.

Fue designado Arzobispo de Seúl el 9 de abril de 1968. Un año después, el 28 de abril de 1969 fue creado cardenal por el Papa San Pablo VI.

El Papa San Juan Pablo II aceptó su renuncia el 3 de abril de 1998, tras haber cumplido 75 años, la edad de retiro para los obispos.

Falleció el 16 de febrero de 2009 a los 86 años.

Fides señala que el Cardenal Kim “fue querido por muchos por su vida ejemplar y su virtud. Su contribución al desarrollo de la archidiócesis de Seúl, al movimiento democrático bajo el régimen de la dictadura militar y a la promoción de los derechos humanos son bien conocidos”.

Al cardenal lo llamaban “el amigo de los pobres y marginados", porque trataba a estas personas “como Jesucristo, basándose en su compasión fundamental por los seres humanos”.

Fides destaca que la solidaridad del purpurado coreano fue más allá de la muerte, al donar las córneas de sus ojos para quien las necesitara.