Hoy 13 de julio se conmemora la festividad de un laico católico dinámico y entusiasta nacido en el Caribe que fue beatificado por el Papa San Juan Pablo II en 2001.

Conocido como “Charlie” —abreviado a “Chali” en su círculo más íntimo— desde la niñez Carlos Manuel “Charlie” Rodríguez exudaba un don y un fervor por comunicar el tremendo valor y vitalidad de la fe católica.

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“Vivió según la máxima: ‘el celo por tu casa me consume’”, recordó el renombrado endocrinólogo puertorriqueño Dr. Francisco Aguiló, quien fue uno de los jóvenes profundamente impactados por el apostolado de Charlie en el campus principal de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Río Piedras en los años 50 y principios de los 60.

“Así insistía siempre en que el cristiano debía sentir por su Iglesia, entendida como el cuerpo místico de Cristo, así como por la Liturgia, la vida de la Iglesia”, añadió Aguiló en su libro de 1994 titulado “¿Un santo puertorriqueño?”.

Aguiló, junto con su esposa, la profesora de química de la UPR Carmen Delia “Delí” Santana, fueron ambos fundamentales en liderar el esfuerzo que llevó a la causa de canonización de Charlie. En su libro, Aguiló narra la corta pero fructífera vida de Charlie, incluyendo el “calvario” y la “noche oscura del alma” que sufrió antes de morir en “olor de santidad”. Murió de cáncer en 1963 a la edad de 44 años.

La colitis crónica que aquejó a Charlie durante gran parte de su vida e impidió la finalización de sus estudios en la UPR, no le impidió alcanzar un nivel intelectual notable ni, más importante aún, compartir su atractiva experiencia y conocimiento de la fe con los demás.

“Nunca lo vimos tan abiertamente feliz como cuando se refería al salmo: ‘Nuestra boca se llenaba de risa y nuestra lengua de gritos de alegría’, e inmediatamente describía el sentimiento del israelita con el corazón y los labios llenos de gozo al acercarse a Sion”, testificarían más tarde los miembros del Círculo Carlos M. Rodríguez (sus antiguos discípulos), liderados por Aguiló, en el proceso que condujo a su beatificación en 2001. “Y nos contaba de la mayor alegría de quien, habiendo sembrado con lágrimas, estaba contento de cosechar su cosecha en la Jerusalén celestial”.

Era conocido por ser un lector voraz. Aprovechando al máximo su capacidad innata y memoria extraordinaria, se convirtió en un intelectual católico autodidacta. Su pensamiento estuvo profundamente influenciado por los escritos de santos y luminarias como Santa Teresa y San Juan de la Cruz, San Carlos de Foucauld, el Cardenal John Henry Newman, G.K. Chesterton y Santa Edith Stein.

Impacto de su enseñanza

Charlie centró su labor catequética no en cuestiones apologéticas, sino en comunicar a los demás la eficacia personal y colectiva de la vida litúrgica de la Iglesia. Su preocupación primordial era estimular la plena comprensión y participación de los laicos en el santo sacrificio de la Misa y todos los eventos y espiritualidad que tienen lugar en la vida de la Iglesia a lo largo del año litúrgico.

Charlie promovió intensamente la Vigilia Pascual como el momento definitorio de la vida espiritual cristiana. Enfatizó el triunfo definitivo de Jesucristo en la redención de los seres humanos y del mundo, manifestado por la muerte sacrificial y resurrección de Jesús.

En este cartel de 2001, el artista A. Vonn Hartung presenta varios símbolos que proyectan la alegría, la serenidad y la espiritualidad del beato Carlos Manuel "Charlie" Rodríguez. Crédito: Cortesía de A. Vonn Hartung
En este cartel de 2001, el artista A. Vonn Hartung presenta varios símbolos que proyectan la alegría, la serenidad y la espiritualidad del beato Carlos Manuel "Charlie" Rodríguez. Crédito: Cortesía de A. Vonn Hartung

Con habilidades bilingües bien desarrolladas en español e inglés, obtenidas mientras asistía a escuelas católicas tanto en su ciudad natal de Caguas como en la cercana San Juan, Charlie tradujo “De Sacramentos y Sacrificio” y “Preparación para la Pascua” del P. Clifford Howell, SJ.

La liturgia le interesaba enormemente, pero no sólo por sus aspectos externos. “Charlie nos hizo entender que el verdadero significado de ‘liturgia’ proviene de sus raíces griegas: ‘leiton’ (pueblo) y ‘ergon’ (trabajo). Es el trabajo más importante para el pueblo: la acción redentora de Cristo y su continuidad en la Iglesia”, testificarían más tarde los miembros del Círculo Carlos M. Rodríguez.

El P. Oscar Rivera, abad del Monasterio de San Antonio en Humacao, Puerto Rico, quien sirvió como asesor del Círculo Carlos M. Rodríguez, señala que la espiritualidad centrada en Cristo y pascual que caracterizaba a Charlie y sus estudiantes era en ese momento “única en gran parte de la Iglesia, no sólo en Puerto Rico, sino en todo el mundo”.

Rivera también observa que Carlos Manuel fue el prototipo de un laico proactivo. La forma en que abogaba por la innovación dentro de la doctrina y tradición establecida de la Iglesia, añade Rivera, “constituía un desafío tanto para los laicos como para los religiosos, un desafío que sigue siendo válido”.

Apostolado universitario

Los años más impactantes, en los años 50 y principios de los 60, del apostolado laico de Charlie tuvieron lugar en la Universidad de Puerto Rico, donde su hermano Pepe y su hermana Haydee trabajaban como profesores.

Durante la mayor parte de este tiempo, Charlie trabajaba como oficinista en la Estación Experimental Agrícola de la UPR. Junto con un puñado de profesores y estudiantes, Charlie se reunió con el P. Antonio Quevedo, SJ, para discutir la necesidad de revitalizar el Centro Universitario Católico del campus.

Con el pleno apoyo del Padre Quevedo, Charlie tomó la iniciativa de organizar el Círculo de Cultura Cristiana en el Centro Universitario Católico. En su declaración de propósito, el Círculo, que tenía como objetivo ayudar a sus miembros a convertirse en auténticos intelectuales católicos apostólicos, afirmaba: “Necesitamos católicos que vivan en el presente, que estén despiertos al momento actual y que al mismo tiempo sepan usar todo lo bueno del presente sin caer en el modernismo. Católicos que se nutran tanto del pasado como del presente, pero con la vista puesta en el futuro… Católicos que sepan aprovechar el tiempo presente, y que sepan que el desarrollo último y más trascendente se les ha manifestado a través de los sacramentos”.

Comunicación de la vida cristiana

A través de la organización de grupos de discusión y estudio, junto con días de reflexión, actividad social y la publicación casi en solitario de materiales como la revista Cultura Cristiana, durante más de una década de trabajo apostólico en el Centro Universitario Católico de la UPR, Charlie se dedicó a comunicar —a estudiantes y profesores por igual— la vitalidad, coherencia y relevancia de la fe.

Más de media docena de vocaciones religiosas fueron el fruto de su labor, incluidas las de su hermano Pepe y su hermana Haydee.

El retrato de Carlos Manuel Rodríguez que aparece en su beatificación por el Papa Juan Pablo II en el Vaticano el 29 de abril de 2001. Crédito: Vatican Media
El retrato de Carlos Manuel Rodríguez que aparece en su beatificación por el Papa Juan Pablo II en el Vaticano el 29 de abril de 2001. Crédito: Vatican Media

Promoción de la causa

Aunque los discípulos de Charlie continuarían reuniéndose esporádicamente en los años siguientes a su muerte, no fue hasta 1987 —el año en que el Papa Juan Pablo II declaró el “Año del Laico”— que el grupo decidió organizar, con la entusiasta aprobación del difunto Cardenal Luis Aponte Martínez de la Arquidiócesis de San Juan, el proceso que llevó a la beatificación de Carlos Manuel.

Los sentimientos del Círculo hacia Charlie fueron resumidos por la profesora Santana, quien declaró: “Espero que sea canonizado, no por su beneficio sino porque la Iglesia necesita modelos de santidad contemporánea, especialmente de laicos que no han hecho nada extraordinario en este mundo, pero que han hecho cosas ordinarias con un gran amor por Dios y su Iglesia”.

Aprobación del milagro

Después de un intenso proceso de investigación tanto en San Juan como en Roma, en 1997 el Papa Juan Pablo II declaró a Carlos Manuel “Venerable”. Este título fue el resultado de haber confirmado que había vivido todas las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) así como las virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) de manera heroica.

En noviembre de 1999, las autoridades médicas de San Juan y del Vaticano confirmaron que en 1981 —siete años antes del inicio de la causa de canonización de Carlos Manuel— Delí, que había sido diagnosticada con linfoma maligno, había sido súbita y completamente curada, y que en ausencia de una razón médicamente fundamentada para la cura, la única explicación que quedaba era la intercesión de Charlie pedida por Aguiló.

Su futura canonización como santo de pleno derecho ahora espera la certificación de un segundo milagro.

El ejemplo de la beatificación de Charlie ha ayudado a estimular posteriormente las causas de santidad de otros laicos y religiosos ejemplares en todo el mundo. La beatificación de este humilde y encantador apóstol laico contemporáneo es, sin duda, una distinción bien merecida para Puerto Rico y una fuente de inspiración para los católicos de todo el mundo.

Traducido y adaptado por ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.