Este 13 de julio la Iglesia Católica celebra al emperador San Enrique II, quien alcanzó la santidad junto a su esposa. Este santo es considerado patrono de los matrimonios que no pueden tener hijos por una elección de amor.

La colección de libros Año Cristiano, de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), describe que San Enrique (973-1024 d.C.) recibió formación de San Wolfgang, Obispo de Ratisbona (Alemania) y su padrino de bautismo. A los 22 años asumió el trono de Baviera y tiempo después se casó con el amor de toda su vida, Santa Cunegunda.

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Llegó a ser emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y junto a su esposa impulsó la cristiandad. La BAC indica que el santo fue “un verdadero padre para sus súbditos”. No obstante, nunca tuvo hijos propios con la emperatriz. 

En el libro Leyenda Dorada o Leyenda áurea, del Beato Santiago de la Vorágine, se narra una tradición en la que la santa habría hecho un voto de virginidad antes de casarse. Promesa que supuestamente mantuvo luego del casamiento, en acuerdo con su esposo.

Por su parte la Enciclopedia Católica señala que esta leyenda es cuestionable y que este matrimonio virginal “no tiene ciertamente de hecho ninguna base”. 

Vatican News indica que hay autores como Rodolfo Glabro, un gran cronista del Medioevo, que consideran que la razón por la que no tuvieron hijos fue la esterilidad. Además, da a conocer que en ese entonces, cuando se presentaban estos casos, era común repudiar a la mujer o tener hijos ilegítimos.

Sin embargo, San Enrique no despreció a su esposa, sino que la respetó y la eligió hasta el final como su fiel compañera. “Una elección que testimonia, sin lugar a dudas, un profundo respeto por el Sacramento del matrimonio y amor por su esposa”, puntualiza.

El Beato Santiago de la Vorágine cuenta que antes de morir, San Enrique llamó a sus suegros, a algunos que tenían importantes cargos en la corte y les suplicó que cuidaran a su mujer. 

Luego, tomó la mano de Santa Cunegunda y ratificó el honor a su esposa: “Vosotros y Jesucristo un día me disteis por cónyuge a esta mujer; pues bien, a vosotros y a Nuestro Señor Jesucristo devuélvola hoy tal como me la entregasteis: con su virginidad intacta”.

Santa Cunegunda no se volvió a casar y se entregó por completo al Señor como monja en un convento de religiosas benedictinas. Después de hacer muchas obras de caridad partió a la Casa del Padre. Ambos santos están enterrados juntos en la catedral de Bamberg.