Helena Agnieszka Kmieć, una joven misionera polaca, fue brutalmente asesinada a los 25 años mientras realizaba su misión en Bolivia. Su vida y muerte dejaron una profunda huella en la Iglesia Católica, y actualmente está en camino a los altares.
Aquí te presentamos cinco datos importantes sobre su vida compartidos en el sitio web polaco “Primeros sábados del mes”, dirigido por el laico Kazimierz Sokołowski, quien recopila publicaciones sobre la joven en diferentes medios de comunicación polacos.
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1. Nació en el seno de una familia de fe
Helena nació el 9 de febrero de 1991 en Cracovia (Polonia), siendo la segunda hija de Jan Kmieć y Agnieszka Bejska. Tras la muerte de su madre, su padre se casó con Barbara Zając, y ambas hermanas, Helena y Teresa, crecieron en un hogar lleno de amor, calidez y una profunda fe, lo que moldeó su vida espiritual desde muy temprano.
Desde su infancia, Helena mostró una devoción y amor especiales por la fe católica, lo cual fue fundamental en su formación personal y espiritual.
2. Fue una destacada estudiante y con muchos talentos
Su educación se desarrolló principalmente en el Complejo Escolar de la Asociación Católica de Educadores, en la pequeña ciudad polaca de Libiąż, donde destacó por su intelecto. Luego, tuvo la oportunidad de estudiar como becaria en Leweston School en Sherborne (Reino Unido), una prestigiosa escuela secundaria católica.
Posteriormente, cursó estudios de ingeniería en la Universidad Tecnológica de Silesia, al mismo tiempo que desarrollaba sus habilidades musicales. En 2014 obtuvo una Maestría en Tecnología Química e Ingeniería en la misma casa de estudios, y más adelante cantó en el coro académico.
Helena no sólo se destacó en lo académico, iba a Misa casi todos los días mientras estudiaba, lo que para ella era un momento muy importante del día. También se destacó en lo artístico, participando en numerosos concursos de recitación y teatro.
Después de graduarse, trabajó como azafata para una aerolínea. Cuando regresaba del trabajo, le daba pena el tiempo para descansar y prefería pasarlo con amigos, orar en la comunidad o ayudar a alguien.
3. Tuvo un compromiso pastoral y caritativo
A pesar de su intensa vida académica, Helena se involucró activamente en actividades caritativas y pastorales, ayudando a niños en un centro de Cáritas y en el Servicio de Voluntariado Misionero Salvator de la Congregación de los Sacerdotes Salvatorianos. Se hizo misionera con ellos.
Su vida siempre estuvo orientada hacia el servicio a Dios y a los demás, afirmando en una ocasión que “dormiría después de la muerte”.
4. Descubrió su propósito de vida como misionera
Después de conocer la labor del Voluntariado Misionero Salvator, Helena viajó en 2012 a Hungría, donde dirigió un campamento de verano para niños. En 2013, se trasladó a Zambia para trabajar con niños de la calle.
Antes de ser enviada en una de estas misiones, Helena escribió: “¡Recibí la gracia de Dios, (…) el don gratuitamente dado para dar y tengo que compartir este don! Todas las habilidades que tengo, las habilidades que adquiero, los talentos que desarrollo, no están destinados a servirme, sino a que pueda usarlos para ayudar a otros”.
“El regalo más grande es que conozco a Dios y no puedo guardármelo para mí, ¡tengo que difundirlo! Si puedo ayudar a alguien, hacerlo sonreír, hacerlo más feliz, enseñarle algo, ¡entonces quiero hacerlo!”, agregó.
En el verano de 2016, Helena fue voluntaria en la Jornada Mundial de la Juventud, llegando a ser jefa de la sección parroquial del evento. “Era muy religiosa y abierta a los demás”, recordó en una entrevista al medio local TV Trwam, el Obispo Jan Zając, hermano de su abuelo y quien fuera obispo auxiliar y vicario general del Arzobispo de Cracovia entre 2004 y 2014.
Ella solía rezar el Breviario, cantaba la Liturgia de las Horas, leía la Biblia y a menudo dirigía oraciones y adoraciones comunitarias. “Se dejó guiar por Dios. Se involucró en la obra misional porque servir a Dios era toda su vida”, agregó Magdalena Kaczor, amiga de Helena.
5. Murió dando su vida por Cristo
A inicios de 2017, Helena fue enviada a Bolivia para trabajar en un hogar de niños en Cochabamba. Sin embargo, el 24 de enero de ese mismo año, fue asesinada por dos delincuentes que ingresaron a robar. Helena tenía 25 años.
El edicto de la apertura de su causa de beatificación indica que, tras su fallecimiento, “surgió espontáneamente entre los fieles una opinión sobre su vida santa y dedicada a Dios y a la Iglesia. Mucha gente oró y sigue orando por su intercesión”.
El edicto concluye animando a que “el ejemplo de la Sierva de Dios pueda ciertamente ser una inspiración para que las personas, especialmente los jóvenes, prosigan su vocación a la santidad con pasión y compromiso a través del voluntariado y la actividad misionera”.
Si bien su muerte fue una gran pérdida para la comunidad, su trabajo y dedicación a Dios y la Iglesia siguen siendo una inspiración. Helena se preparó intensamente para esta misión, aprendiendo el idioma y las costumbres locales, y dedicando sus habilidades y conocimientos para mejorar las condiciones del hogar infantil donde servía.
Actualmente, el postulador de la causa de beatificación ha pedido a todas las personas que tengan información sobre su vida o sobre las gracias recibidas por su intercesión que se pongan en contacto. El proceso de recopilación de testimonios y evidencias de milagros atribuidos continúa.