Un día como hoy, el 11 de julio de 1899, murió Teodolfo Mertel, el último cardenal que no fue ordenado sacerdote, algo que actualmente no es posible según lo establece el Código de Derecho Canónico, la ley de la Iglesia universal.

¿Quién fue Teodolfo Mertel?

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Teodolfo Mertel fue un abogado laico que llegó a ser cardenal sin haber sido ordenado sacerdote, según refiere el sitio web Catholic-Hierarchy, especializado en los obispos del mundo.

Nació en la ciudad de Allumiere, en la provincia del Lacio, que actualmente se encuentra en Italia pero entonces pertenecía a los desaparecidos Estados Pontificios. Estudió en la escuela parroquial local, administrada por los frailes capuchinos de Tolfa, y luego en el seminario de Montefiascone.

Tras completar allí sus estudios de humanidades, asistió a la Universidad La Sapienza de Roma, donde obtuvo el doctorado en Derecho Civil y Canónico en 1828.

Así se convirtió en abogado de la Curia Romana en 1831, donde fue promovido rápidamente al cargo de juez, y luego al de Auditor del Tesoro Papal. Fue también Prefecto de la Congregación de San Ivo, que defendía gratuitamente a los más pobres.

El Papa Pío IX lo creó cardenal el 15 de marzo de 1858 sin haber sido ordenado sacerdote. Dos meses más tarde, el 16 de mayo, el mismo Papa lo ordenó diácono.

Participó en el cónclave de 1878 que eligió al Papa León XIII. Mertel actuó como protodiácono y coronó al nuevo pontífice, ya que el entonces cardenal protodiácono, Próspero Caterini, no pudo hacerlo por estar enfermo.

En 1884, el Papa León XIII lo nombró Vicecanciller de la Santa Iglesia Romana, cargo que ocupó hasta su muerte, ocurrida en su ciudad natal, en 1899.

¿Un hombre que no es sacerdote puede ser cardenal?

El Código de Derecho Canónico, la ley que rige a la Iglesia Católica, estableció en 1917 que eso no era posible. La versión más actual, la de 1983, también resalta que no es posible.

Sólo puede ser creado cardenal un hombre que sea, al menos, sacerdote.

El canon 351 § 1 establece que “para ser promovidos a Cardenales, el Romano Pontífice elige libremente entre aquellos varones que hayan recibido al menos el presbiterado”, es decir que sean sacerdotes, “y que destaquen notablemente por su doctrina, costumbres, piedad y prudencia en la gestión de asuntos”.

Además, se precisa que aquellos que son creados cardenales, si no son obispos, “deben recibir la consagración episcopal”.

En algunas ocasiones, el Papa ha eximido a algunos cardenales de ser ordenados obispos y han servido en su nueva dignidad como presbíteros, es decir sólo como sacerdotes.