Este domingo 7 de julio, la Iglesia Católica en Venezuela conmemoró y renovó la consagración del país al Santísimo Sacramento del Altar, realizada por primera vez hace 125 años. La Misa solemne se llevó a cabo en la iglesia de Nuestra Señora de Coromoto, en Caracas, la capital del país.

Durante su homilía, Mons. Jesús González de Zárate, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) y nuevo Arzobispo de Valencia, precisó que Venezuela sólo será realmente el país del Santísimo Sacramento “cuando los hombres y mujeres de Venezuela se adhieran a la persona de Cristo y al programa de vida que Él propone, a sus enseñanzas”.

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“Y cuando ese programa se haga presente y penetre todas las dimensiones de la vida social, económica y política de nuestro país, ya que una fe que no se hace cultura, es una fe que no ha sido plenamente acogida”, añadió.

La Misa fue concelebrada por un nutrido grupo de obispos de todo el país. Desde muy temprano en la mañana, ya todos los asientos de la iglesia estaban ocupados. Después de la Misa, el presidente de la CEV leyó el acto de consagración y recorrió el templo en procesión con la custodia.

El Arzobispo de Valencia destacó la importancia de la unión entre los bautizados venezolanos, llamados a convertirse en testigos del amor y la misericordia de Jesús, que se manifiestan en el Santísimo Sacramento. La Eucaristía, continuó Mons. González, invita a todos a “construir puentes” y a superar prejuicios para poder vivir mejor.

“Por eso, en este solemne aniversario renovamos como Iglesia nuestro compromiso de trabajar por la reconciliación, la tolerancia, la inclusión de la sociedad venezolana”, expresó el presidente de la CEV.

En medio de las dificultades que presenta la realidad del país en diversos ámbitos y de las tensiones políticas potenciadas por las elecciones presidenciales del próximo 28 de julio, Mons. González recordó que la Santa Hostia es fuente de esperanza y de dinamismo social para Venezuela.

Por ello, el arzobispo declaró que nadie puede exigir a los católicos que releguen su fe a la intimidad secreta, “sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil y sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos”.

“Una auténtica fe siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de construir el Reino de Dios”, sentenció Mons. González.

En ese sentido, destacó la “voluntad mayoritaria” de los venezolanos que desean participar en los comicios electorales a finales de mes, para concretar un cambio que permita a todos los ciudadanos “vivir en paz y justicia”. En nombre del Episcopado, el arzobispo afirmó que, como pastores, deben acompañar este deseo y contribuir activamente para que pueda realizarse.

“Como el de Elías, el camino es largo y difícil. Aún queda un largo camino que recorrer para alcanzar una Venezuela mejor, pero no debemos claudicar en este empeño”, manifestó Mons. González, antes de volver a encomendar la suerte y el destino de la Nación al Señor Sacramentado.

Con esta Misa solemne, los obispos dieron inicio a su 122° Asamblea Plenaria Ordinaria, que tendrá lugar en Caracas hasta el próximo 12 de julio. Durante una semana debatirán sobre temas de gran relevancia para la Iglesia y el país. A su término, se espera que el Episcopado publique una nueva exhortación pastoral, para iluminar los acontecimientos del futuro próximo venezolano.