El Cardenal malasio Sebastian Francis, Obispo de Penang, ha pedido la beatificación y canonización de Sybil Kathigasu, heroína y mártir laica que protegió información, además de alojar y cuidar a miembros locales de la resistencia antijaponesa durante la Segunda Guerra Mundial.
En medio de la ocupación japonesa de Malasia, Kathigasu —esposa, madre de tres hijos, enfermera y católica devota— fue encarcelada, golpeada casi hasta la muerte y dejada lisiada por curar las heridas de bala de un guerrillero rebelde.
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Al principio de la ocupación, Kathigasu colgó una imagen del Sagrado Corazón en su pared que ocultaba una mirilla. En las peores noches tras su detención, encarcelada y aislada, se aferró a un Rosario. Una vez liberada, fue inmediatamente a una iglesia. Incapaz de caminar porque estaba paralizada a causa de una fuerte paliza, se arrastró por el pasillo de la iglesia de San José de Batu Gajah, en Perak, dando gracias a Dios.
El Obispo de Penang ha designado al P. Eugene Benedict, de la Arquidiócesis de Kuala Lumpur, para que investigue la vida de Kathigasu y determine si se debe seguir adelante con su causa de beatificación.
Devoción en medio de la guerra
Kathigasu llevaba una vida normal antes de que empezara la guerra. Nació en Medan (Sumatra, Indonesia), hija de un plantador irlandés-euroasiático llamado Joseph Daly y de su esposa, Beatrice Matilda Martin, comadrona. Era su quinto retoño y la única mujer.
La educaron en la fe católica y se preocuparon cuando se enamoró de Abdon Clement Kathigasu, un médico hindú. Cuando pidió permiso a su padre para casarse con ella, Abdon le aseguró que se uniría a la fe tan importante para su familia.
Se casaron el 7 de enero de 1919 y tuvieron a su primer hijo, Michael, sólo nueve meses después. Michael murió 19 horas después de nacer, el 26 de agosto de 1919, y la madre de Sybil les sugirió que adoptaran a un hijo, William. Su primera hija, Olga, nació menos de dos años después, el 26 de febrero de 1921, y Dawn, su hija menor, vino al mundo el 21 de septiembre de 1936.
A partir de 1926, la pareja dirigió una consulta médica privada en la ciudad de Ipoh, en Malasia. Los signos de la guerra interrumpieron su feliz vida en 1941, cuando Ipoh fue bombardeada. Abdon, alcanzado por la metralla, tuvo que ser trasladado al hospital y operado.
Era el comienzo de la ocupación japonesa de Malasia. La familia se trasladó a las afueras de Ipoh en busca de seguridad, a una pequeña ciudad minera llamada Papan. Vivieron en la tienda de un amigo, en el número 74 de la calle Main.
La policía japonesa, conocida como la Kempeitai, llegó a ocupar Ipoh, aplicando leyes estrictas y utilizando la tortura para investigar a cualquier sospechoso, incluyendo una forma japonesa de ahogamiento simulado llamada "tratamiento de agua" en la que el perpetrador fuerza galones de agua a través de la garganta de la víctima y luego pisa su estómago.
Kathigasu y su marido seguían las noticias a través de una radio ilegal de onda corta a la que apodaban "Josephine". Trataron a pacientes durante toda la guerra, prestando sus servicios gratuitamente a los más necesitados. Cuando un guerrillero entró en su clínica con agujeros de bala en la pierna, le ayudaron. Kathigasu proporcionó atención médica, información y refugio a la resistencia contra los japoneses.
Se corrió la voz sobre la enfermera rebelde. Su marido fue arrestado en julio de 1943, y un mes después, ella también.
Durante su encarcelamiento, Kathigasu y su marido fueron interrogados y golpeados, y Abdon recibió tres veces el tratamiento del agua. Kathigasu fue golpeada e interrogada pero rezaba su Rosario, negándose a dar ninguna información a los Kempeitai.
La tortura psicológica y física alcanzó su punto álgido cuando la sargento de la Kempeitai Eiko Yoshimura secuestró a la hija de la pareja, Dawn, que entonces tenía 5 años. Los agentes la ataron a un árbol y le prendieron fuego delante de Kathigasu, amenazando con cortar las cuerdas que la sujetaban por encima del fuego si Kathigasu no hablaba. Ataron a Kathigasu y la golpearon con un palo.
"Sé muy valiente, mamá", recuerda, en su autobiografía, que le dijo su hija. "No les digas nada".
Kathigasu no les dijo nada. Los oficiales empezaron a cortar las cuerdas. Pero se apiadaron de la joven y la bajaron para ponerla a salvo.
Kathigasu reprendió a Yoshimura por sus acciones y ésta la golpeó, propinándole una patada en la cara tan fuerte que acabaría muriendo por la herida en la mandíbula.
Kathigasu y Abdon fueron llevados a la prisión de Batu Gajah, un lugar más humano que servía tres comidas al día. Fue juzgada por sus crímenes, que Yoshimura le había dicho que le costarían la muerte. Fue acusada de ser espía de los rebeldes, de difundir propaganda británica y de ser médico de los rebeldes.
Kathigasu perdió el uso de sus piernas, paralizadas por una paliza anterior, pero fue condenada a cadena perpetua en lugar de a muerte. Su marido y su hijo fueron condenados a 15 y 3 años, respectivamente.
Fueron liberados en 1945 tras la rendición de Alemania, poco antes de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial. Los rebeldes guerrilleros malayos provocaron la caída de la ocupación japonesa en Malasia.
Kathigasu visitó la iglesia de San José tras la liberación, rezando en acción de gracias aunque tuvo que arrastrarse, no caminar, por el pasillo.
Fue trasladada rápidamente a Londres para recibir tratamiento médico, donde escribió su autobiografía, No Dram of Mercy (Ningún trago de misericordia), que se publicó tras su muerte en 1954. Las declaraciones escritas se utilizaron en un juicio contra Yoshimura, que fue ejecutada en la horca por sus crímenes de guerra.
El Rey Jorge VI concedió a Kathigasu la Medalla Jorge en el Palacio de Buckingham por su valentía.
El 12 de junio de 1948, a la edad de 49 años, Kathigasu murió de septicemia —infección severa— en la mandíbula. Fue enterrada en Escocia, pero su cuerpo regresó a Ipoh un año después, y fue enterrada de nuevo en la iglesia de San Miguel. Su marido murió 24 años después, en diciembre de 1972.
El legado de Sybil Kathigasu
Kathigasu ha sido homenajeada en Malasia y en todo el mundo. Una carretera de Ipoh lleva su nombre, y la clínica de la tienda sigue en pie como monumento en su memoria.
El 28 de junio de 1948 fue homenajeada en la revista Time por su valentía y ayuda médica. En 2010 se produjo una serie de televisión sobre ella, y el 3 de septiembre de 2016 fue objeto de un doodle de Google, en el que aparece de pie frente a la tienda, rodeada por la cinta de la Medalla Jorge. Los cineastas están investigando y realizando casting para una película biográfica sobre ella, que se estrenará en los próximos años.
Los católicos también rinden homenaje a Kathigasu. Los peregrinos visitan su tumba en la iglesia de San Miguel y el taller. Durante el Año de la Misión 2019, fue honrada en Malasia como uno de los cinco ejemplos de testigos de la misión de la Iglesia. Un capítulo de la serie catequética de Malasia está dedicado a ella; un ala en la Iglesia de San José, Batu Gajah, Perak, lleva su nombre.
En un comunicado del 1 de julio, el Cardenal Francis elogió a Kathigasu por su "vida de servicio en el amor y la compasión por los enfermos y los que sufren" y señaló que este año se cumplen 76 años de su fallecimiento.
"Haremos bien en revisitar su vida y su obra para encontrar inspiración para nuestro tiempo", prosiguió. "Deseo que se realicen esfuerzos para recoger, compilar, estudiar, reflexionar y poner a nuestra disposición su vida y su obra como testimonio para nosotros. Espero hacer avanzar su causa de beatificación y canonización por la gracia de Dios", añadió.
El proceso de beatificación requiere tanto la verificación de que el candidato vivió una vida santa como un milagro concedido por intercesión a ese candidato. La canonización requiere un segundo milagro.
"Veo esto como una oportunidad para reunirnos y reflexionar sobre su vida para nosotros como personas de fe", escribió el cardenal. "Deseo que emprendamos la causa de Sybil Kathigasu como ejemplo e inspiración de vida evangélica", remarcó.
"Su ejemplo de vida nos hace ver que lo que la motivó fue la fe que le inculcó su familia, que le permitió vivir una vida marcada por una espiritualidad de dependencia de la gracia de Dios y el amor de Jesús que la llenó de esperanza en su vida, y su amor por los que sufren y los necesitados en situaciones normales y en circunstancias de conflicto", añadió.
"Su historia sigue inspirando a muchas personas de todos los ámbitos de la sociedad hasta el día de hoy", escribió. "Ella inspira a personas de todas las culturas y credos", concluyó el Cardenal Francis.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.