Con un llamado a la reconciliación y la unidad, la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) ha emitido un mensaje en el que exhorta a la sociedad en general a rechazar las diversas formas de violencia, la polarización política e ideológica, y a proteger la institución familiar.
“Por una Colombia unida y en paz”, es el nombre con el que los obispos han publicado su mensaje, que se basa en las reflexiones sobre la realidad nacional llevadas a cabo en las sesiones de la 117ª Asamblea Plenaria, que se realiza en Bogotá desde el lunes y que culminará mañana 5 de julio.
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En el texto, los prelados abordan tres urgencias para el país: la violencia, el debilitamiento de la familia y la polarización política e ideológica, que dificultan “el trabajo por una Colombia unida y en paz”.
“Los colombianos no podemos acostumbrarnos a las variadas formas de violencia”—expresan los obispos—, ni al poder de las armas, la ilegalidad, el narcotráfico y la corrupción, que cobran la vida de muchas personas y siguen generando “un sentimiento creciente de inseguridad en la población, como está sucediendo en el suroccidente del país y en otras regiones”.
Ante ello, exhortan a “reconocer la infinita dignidad de cada persona”, proteger las instituciones legalmente constituidas y “respetar nuestra casa común”.
El mensaje también advierte el “debilitamiento de la institución familiar y de la obra educativa, lugares originarios donde se arraigan los valores y virtudes de una sociedad”, lo que pone en riesgo a los menores “de crecer sin orientación moral, tristes y sin esperanza”.
Este panorama, señalan los obispos, exige “apoyar a las familias en su crecimiento espiritual, emocional y social, así como asegurar un modelo educativo capaz de promover los valores de la responsabilidad, el amor, la verdad, la solidaridad, la justicia y la equidad”.
Asimismo, manifiesta la CEC, “no podemos acostumbrarnos a la polarización política e ideológica que impide al país avanzar y lo hunde en la incertidumbre”.
“Si bien es cierto que estamos en una sociedad pluralista, también se ha de considerar que la defensa a ultranza de posiciones que no aceptan la confrontación, ajenas a un proyecto común de país, en nada ayuda a la consecución de la paz”, advierte el Episcopado.
“Ante esta tentación, en cambio, ‘lo bueno, lo agradable y lo perfecto’ es reconocer con humildad la diversidad de pensamientos y visiones, y la rica posibilidad que ofrece el diálogo sincero y profundo”, aseguran.
Los obispos colombianos indican que “a pesar de las diferencias es posible estrechar lazos de amistad social”, mirar más allá de los intereses particulares “y entrever el mayor bien para todos”.
Una renovación de la mente
En su mensaje, la CEC explican que estas urgencias suponen, como lo indica San Pablo, “una ‘renovación de la mente’ que incluye superar la lógica del individualismo y la búsqueda egoísta de bienes particulares, que sólo produce inequidad y exclusión, y dificulta el trabajo por una Colombia unida y en paz”.
En ese sentido, los obispos aseguran que la Iglesia Católica quiere “escuchar a todos y dialogar con franqueza. Queremos fortalecer los vínculos con las realidades e instituciones de la sociedad que se esfuerzan por promover el desarrollo integral de la persona, especialmente de los que tienen menos y sufren mayor marginación”, así como “contribuir a la búsqueda de caminos de crecimiento para nuestra nación”.
Por ello, “seguiremos, con la fuerza de la fe, ofreciendo misericordia y proponiendo la buena noticia de Jesucristo, seguros de que en Él ninguna esperanza queda defraudada. Convencidos de que toda persona es un potencial de esperanza, invitamos a cada compatriota para que contribuya, con sus dones, en la construcción de un mejor país”.
La 117ª Asamblea Plenaria de la CEC concluirá mañana, coincidiendo con el primer día del Congreso Nacional Misionero que se llevará a cabo en la Pontificia Universidad Javeriana, en Bogotá, hasta el domingo 7 de julio.