Al celebrarse hoy, 2 de julio, 125 años de la consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento del Altar, el Obispo de San Cristóbal, Mons. Mario Moronta, expresó que la presencia real de Jesús en la Eucaristía debe seguir siendo para los venezolanos “la luz, la fuente y el motor” de su vida como cristianos.
“En estos días, la Iglesia en Venezuela a través de las diócesis, de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) y de otras instancias de la Iglesia, pues va a realizar una serie de actividades para reafirmar no solamente la importancia y centralidad del misterio eucarístico, sino también nuestra adhesión de fe a ese misterio de la presencia real de Cristo, que es el alimento de vida eterna”, manifestó el obispo a través de un video difundido por Diario Católico.
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Asimismo, Mons. Moronta comentó que el próximo 7 de julio los obispos de todo el país se reunirán en Caracas para renovar la consagración del país al Santísimo Sacramento del Altar y volver a implorar su bendición sobre Venezuela.
Por último, animó a todos los fieles a encomendar de manera particular a la nación a la protección de Jesús Sacramentado, para que su gracias se mantenga siempre operante en cada uno de los venezolanos.
¿Por qué fue consagrada Venezuela al Santísimo Sacramento?
Según la CEV, la consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento se dió en medio de un momento histórico complicado para la Iglesia Católica en Venezuela y para todo el país. Eran tiempos de revoluciones políticas y de persecución en contra de la fe.
El P. Juan Bautista Castro, quien años después llegaría a ser Arzobispo de Caracas, propuso en 1899 al Episcopado la consagración de Venezuela a Jesús Eucaristía, para buscar en Dios el alivio del sufrimiento al que estaba sometida la población en aquella época.
La solicitud del P. Castro fue acogida de manera unánime por los obispos y el 2 de julio de aquel año, Mons. Críspulo Uzcátegui, entonces Arzobispo de Caracas, hizo lectura del Acto de Consagración.
“El remedio a dicha situación ha de empezar por atraer a los venezolanos a la unión y a la armonía. Esa es una obra que pertenece a Dios, al Dios de la caridad infinita y de compasión inefable, al Dios de nuestro tabernáculo, a la Hostia pacífica, que sola tiene el poder de unir las almas y de mantenerlas en el orden y en la paz”, manifestó el P. Castro en 1899.
Además, ya como arzobispo, Mons. Castro expresó en una carta pastoral publicada en 1906: “Que se levante sobre Venezuela el sol de la Divina Hostia, que se levante este sol amado de las almas para nunca más ocultarse en el horizonte de nuestra Patria”.
Por su parte, el sacerdote Ramón Vinke dejó por escrito el ambiente que se vivió en Caracas y muchos otros lugares del país, aquel 2 de julio de 1899, día en el que Venezuela se convirtió en la única nación consagrada al Santísimo Sacramento:
“Desde esa hora todas las ventanas y balcones sacaron a relucir sus banderas, decorándose —además— muchas casas con cuadros religiosos, imágenes, inscripciones, adornos simbólicos, coronas de flores. Resaltaban, entre todas, las banderas blancas con franjas rojas, que llevaban grabadas una custodia y esta inscripción: Nuestro refugio está en el Santísimo Sacramento”, relató.