El Arzobispo de Buenos Aires (Argentina), Mons. Jorge Ignacio García Cuerva, pronunció este domingo la homilía en la Misa con motivo de la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, Día del Pontífice, y centró su mensaje en la figura del Santo Padre.
La Eucaristía, que tuvo lugar en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, estuvo presidida por el Nuncio Apostólico en Argentina, Mons. Miroslaw Adamczyk, y concelebrada, entre otros prelados, por el Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge Ignacio García Cuerva; y el Obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Mons. Oscar Vicente Ojea.
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La homilía estuvo a cargo de Mons. García Cuerva, quien se centró en la figura de Pedro: “Si realmente Pedro representa a la Iglesia en su totalidad, podemos decir: Iglesia, levántate rápido, no te quedes detenida en el pasado custodiando cenizas. Iglesia, despertate de la modorra del ‘siempre se hizo así’, despertate de los formalismos y de un cristianismo apagado y endurecido que pierde la alegría del resucitado”.
“Pedro estaba prisionero y encadenado. Como Iglesia, ¿cuántas veces estamos prisioneros de nuestros internismos, encadenados a la nostalgia de otros tiempos, encadenados a ideologías que no nos dejan entrar en diálogo con los que piensan distinto, atados a prejuicios y a miedos de cambiar?”, cuestionó el prelado.
En ese sentido, llamó a la Iglesia a levantarse para liberarse “de las cadenas de la comodidad, de la guerra entre nosotros que rompe la fraternidad”.
“Libérate de la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas, quejosos y desencantados. Iglesia, libérate para liberar a tantos hermanos oprimidos por la injusticia, esclavizados por las adicciones, encerrados en la prisión de la soledad y de la angustia más profunda”, añadió.
En la misma línea, llamó a los fieles a seguir a Jesús, como “una Iglesia de discípulos que caminan detrás del único Maestro”, en contacto con el pueblo y anunciando al mundo “la alegría del Evangelio y la misericordia de Dios que es para todos”.
El Arzobispo de Buenos Aires reflexionó luego sobre la figura del Papa Francisco, y llamó a rezar mucho por él, “para que siga adelante con libertad y audacia en la Misión que el Señor le encomendó”.
“También le pedimos a Dios que no nos transforme a nosotros en aquellos carceleros que encadenaron a Pedro”, enfatizó. “A veces parece que queremos encerrar a Francisco en nuestras grietas, encadenarlo a nuestros prejuicios e ideologismos, aprisionarlo a la viveza o picardía criolla de robarle alguna foto o palabra para justificar lo que nosotros pensamos o hacemos”, advirtió.
“Terminamos conociendo al Papa a través de notas periodísticas que fragmentan su reflexión y acción, o lo conocemos a partir de los comentarios de si le sonríe o no al presidente de turno o cuánto tiempo le dedica. O a través de los pícaros que se dicen sus amigos, que lo usan como argumento de autoridad para justificarse”, lamentó.
En ese marco, pidió que “liberados de todo esto, podamos concretar el magisterio del Papa, que nos ha regalado a lo largo de todos estos años”, con el compromiso de “ser una Iglesia en salida, una Iglesia hospital de campaña que recibe a los heridos de la vida, una Iglesia pobre para los pobres, una Iglesia alegre que contagia esperanza al mundo y hace la revolución de la ternura, una Iglesia que no es una aduana, sino la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas”.