El Óbolo de San Pedro, la colecta destinada a recibir donaciones para las diversas iniciativas de la Iglesia Católica en favor de los más necesitados en el mundo, experimentó un notable incremento en sus ingresos en 2023.

Este 2024, la colecta se realizará el domingo 29 de junio en todas las iglesias.

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Según el informe anual sobre el Óbolo de San Pedro, en el 2023 los ingresos totales ascendieron a 52 millones de euros (más de 55 millones de dólares), superando significativamente los 48.4 millones del año anterior (cerca de 52 millones de dólares).

Fuentes de las donaciones

En 2023, las donaciones provinieron principalmente de diócesis (64.4%) y donantes privados (4.4%), sumando un total del 68.8% del total. Además, las fundaciones contribuyeron con un 28.8% y las órdenes religiosas con un 2.4%.

Estas ofrendas se distribuyeron geográficamente de la siguiente manera: Estados Unidos fue el principal benefactor con 28.1%, Italia con 6.4%, Brasil con 3.9%, y Alemania y Corea con 2.7% cada uno.

Las donaciones se recibieron a través de tres canales diferenciados. En primer lugar, gracias a la colecta en las iglesias de todo el mundo en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, que este año es el 29 de junio.

Las otras maneras en la que se realizaron donaciones fueron a través de ofrecimientos directos, es decir, donaciones realizadas a través de cuentas bancarias y postales, cheques, tarjetas de crédito y PayPal a través del sitio web oficial. Y por último, a partir de herencias, es decir, cuando el donante expresa su deseo de destinar parte de su legado.

¿A dónde fueron las donaciones?

El Óbolo de San Pedro destinó 103 millones de euros (110 millones de dólares aprox.) en contribuciones para apoyar la misión apostólica del Papa y proyectos de asistencia directa a los necesitados. De estos, 90 millones de euros se asignaron a actividades de la Santa Sede y 13 millones de euros a 236 proyectos de asistencia directa en 76 países.

Estos proyectos ayudaron al bienestar de familias, diócesis, parroquias e institutos religiosos en dificultades, así como migrantes, refugiados, y comunidades afectadas por conflictos, hambre y desastres naturales. Europa recibió la mayor parte de estos fondos, seguida por África y América.

En el contexto europeo, se destinó medio millón de euros para becas educativas dirigidas a sacerdotes, seminaristas y religiosos de África, América Latina y Asia, permitiéndoles realizar estudios en universidades pontificias. Además, se destinó menos de un millón de euros para apoyar diversas iniciativas pastorales y sociales en Ucrania, afectada por la guerra.

Los fondos también apoyaron la misión apostólica del Papa, financiando el 24% de los gastos de las 68 dicasterios y entidades del Vaticano. Esto incluyó el apoyo a Iglesias locales en dificultad, evangelización, difusión del mensaje y nunciaturas apostólicas, entre otros.