Las intensas lluvias que han azotado Centroamérica desde principios de junio han dejado un saldo devastador, con al menos 30 personas fallecidas y graves daños en infraestructura y cultivos. En medio de esta tragedia, la Iglesia Católica ha respondido con un mensaje de esperanza y la implementación de proyectos de ayuda para las comunidades afectadas.
En El Salvador, el director de Protección Civil, Luis Alonso Amaya, confirmó que 19 personas perdieron la vida, incluyendo 11 hombres, 3 mujeres y 5 menores de edad. Además, aproximadamente 4.200 personas buscaron refugio en albergues proporcionados por las autoridades, aunque la situación comienza a normalizarse.
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En Honduras, medios locales reportaron tres víctimas fatales y una gran cantidad de afectados por las fuertes lluvias. Mientras tanto, en Guatemala, la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres informó de 10 fallecidos y más de 3.000 personas damnificadas.
En estos países, la Iglesia Católica ha iniciado proyectos para ayudar a los necesitados, como en El Salvador, donde la Pastoral Social está activa y ha pedido la colaboración de la población para asistir a quienes lo necesiten.
Mons. Luigi Roberto Cona, Nuncio Apostólico en El Salvador, ha visitado comunidades afectadas “con la intención de llevar esperanza y fortaleza a las familias afectadas por el temporal”.
En entrevista con ACI Prensa, el nuncio comentó que en esta primera respuesta llevaron ayuda alimenticia para quien “lo ha perdido todo: ha perdido la casa, quién ha perdido también lo que habían sembrado. [En muchas comunidades] el daño económico es muy grande”.
Indicó que con los ahorros de la nunciatura apostólica y la colaboración de Cáritas nacional, se han preparado bolsas de alimentos que pueden sostener a las familias afectadas por al menos 15 días.
Además, Mons. Cona señaló que está buscando apoyo de “instituciones vaticanas” para ayudar a las comunidades a plantar huertos familiares.
“La cosecha se ha dañado, pero podemos ayudarlos a sembrar nuevamente para que puedan vivir de lo que cosechen en el futuro”, mencionó el nuncio.
Al mismo tiempo, Mons. Cona hizo un llamado a ayudar a los damnificados: “¿Cómo podemos dormir tranquilamente en nuestras habitaciones cómodas mientras hay gente afuera que no tiene nada? Es momento de la solidaridad, una virtud cristiana que nos acerca a aquellos que necesitan una mano, aliento y coraje”.
A los damnificados en Centroamérica, el nuncio les pidió que no “pierdan de ánimo”, y recordó que “el Señor está con nosotros y tenemos que seguir adelante, la vida sigue y tenemos siempre que tener confianza en la gracia, en la misericordia de Dios”.