En el inicio de la temporada de invierno, y con temperaturas mínimas que por estos días rondan los 5°C, la Iglesia Católica en Uruguay intensifica sus esfuerzos para llevar un plato de comida caliente a las personas que se encuentran en la calle, a través de diversas iniciativas solidarias.

Distintas parroquias, obras e instituciones eclesiales de Montevideo, la capital del país, ponen en marcha ollas y entregan canastas de alimentos, ocupándose también de acondicionar refugios y comedores para recibir a quienes lo necesitan.

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Según información recabada por la Pastoral Social de Montevideo, más de 3.000 personas se encuentran este año viviendo en la calle.

Con el propósito de paliar esta situación, actualmente funcionan 16 ollas comunitarias, tanto móviles como fijas, que cada semana entregan 1.800 platos de comida.

También desde las parroquias de Montevideo se colabora a través de canastas que se entregan a 500 familias, y existen cinco merenderos y comedores, que reciben a 450 personas.

Además, 170 personas reciben abrigo en seis hogares y refugios de la Arquidiócesis de Montevideo.

La coordinadora de Pastoral Social, María José Carrau, explicó que el área que atrae más voluntarios es la de servicios a personas en situación de calle, cifra que comenzó a incrementarse a partir de la pandemia, en 2020.

"Cualquier persona que esté en una olla, un merendero o un comedor, te puede decir que el plato de comida es la excusa para poder generar un vínculo", afirmó, destacando “la calidez humana ofrecida por las ollas de la Iglesia Católica”. 

Ese valor agregado, consideró, no se encuentra en otros lugares:  "Esa cuota de entender que Jesús está en esa persona y que esa persona merece toda mi atención, es mucho más que un plato de comida, es todo el amor que implica ese gesto".

En el caso de la parroquia Nuestra Señora del Sagrado Corazón, del barrio Punta Carretas, hay dos ejes solidarios: por un lado, la apertura de las instalaciones, para ofrecer un baño caliente, un plato de comida, y la posibilidad de lavar la ropa; por otro, la recorrida de los jóvenes que reparten comida caliente en los alrededores del templo.

El párroco del lugar, P. Daniel Kerber, destacó que estas acciones generan un impacto en la autoestima de la gente que se acerca: “Verse limpios, verse prolijos, también los motiva a ellos. Algunos pocos empiezan a buscar algún trabajo, cosa que no es fácil".

El sacerdote advirtió que este año la situación es más grave que en temporadas anteriores, con un mayor número de personas durmiendo sin un techo. La clave para el servicio que ofrecen, aseguró, es “encontrar a Jesús en la gente en situación de calle”.

En el caso de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en el Borro, funciona un comedor construido hace dos años, que ofrece merienda y cena de lunes a viernes, y actualmente entrega 200 platos de comida por día, con la colaboración de los vecinos que trabajan como voluntarios.

La construcción del comedor, explicó el párroco del lugar, P. Pablo Coimbra, “cambió completamente el ambiente del barrio: ahora siempre hay niños jugando, vecinos tomando mate, es un punto de encuentro". Además del comedor, se instaló una cancha de fútbol, que contribuyó a modificar una realidad de "mucho dolor y violencia", aseguró el sacerdote.

Quienes deseen colaborar con las iniciativas de la Pastoral Social de Montevideo, pueden unirse a la campaña “Yo sumo un plato”, con un valor de 150 pesos uruguayos (cerca de 4 dólares estadounidenses), ingresando a colectate.com.uy/YoSumoUnPlatoICM.