Los obispos católicos de Irlanda emitieron el lunes una declaración en la que exponen las enseñanzas de la Iglesia Católica sobre el final de la vida y en la que abogan por los cuidados paliativos, en medio de la presión que políticos irlandeses ejercen para que se legalice el suicidio asistido.
“Creemos que toda persona que está gravemente enferma, junto con todos aquellos que se preocupan por su cuidado, por difíciles que sean las circunstancias, son sostenidos en el amor incondicional de Dios”, señalaron los obispos.
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Por ello, “al legislar sobre el suicidio asistido o la eutanasia, el Estado contribuiría a socavar la confianza de las personas que padecen enfermedades terminales, que quieren ser atendidas y quieren vivir la vida lo más plenamente posible hasta que la muerte llegue de forma natural”.
Frente a las enfermedades terminales, la Iglesia Católica ha apoyado durante mucho tiempo los cuidados paliativos, que implican el manejo holístico del sufrimiento de una persona. El suicidio asistido y la eutanasia nunca están permitidos según la enseñanza católica, aunque negar “medios extraordinarios” de tratamiento médico y permitir que la muerte ocurra de forma natural puede ser moralmente permisible.
Quienes promueven el suicidio asistido usan el argumento de la “autonomía” del paciente, sin embargo, los obispos irlandeses dijeron que quitarle la vida también le quita su autonomía y “corta cualquier perspectiva de crecimiento o curación y representa un fracaso de la esperanza”.
En lugar del suicidio asistido, es necesario que los servicios de cuidados paliativos estén más disponibles en los hospitales, hospicios y en la comunidad, recomendaron los obispos.
Un informe de marzo de 2024, elaborado por un comité del Parlamento irlandés, recomendó que el gobierno introduzca una ley para legalizar el suicidio asistido “en determinadas circunstancias restringidas” y con salvaguardias para evitar la coerción.
Según las recomendaciones, los adultos que padecen una afección “incurable e irreversible” con de seis a 12 meses de vida podrían solicitar el suicidio asistido, que se realizaría en presencia de un profesional médico.
En respuesta al informe, los obispos del país reiteraron que “cualesquiera que sean las circunstancias, la toma deliberada de vidas humanas, especialmente por parte de aquellos cuya vocación es cuidar de ellas, socava un principio fundamental de la sociedad civilizada, a saber, que ninguna persona puede tomar lícitamente la vida de otra”.
Además, los obispos advirtieron que las personas con discapacidad intelectual serían particularmente vulnerables bajo una ley de este tipo, como es el caso de Canadá, donde se quiere ampliar el suicidio asistido a aquellos que tienen enfermedades mentales.
Pedir a los profesionales médicos que supervisen los suicidios asistidos “socavaría radicalmente el espíritu de la atención médica”, expresaron.
Asimismo, indicaron los profesionales de la salud son tratados como meros funcionarios cada vez que se les presiona “para que participen, ya sea directamente o por derivación, en un acto que ellos mismos consideran fundamentalmente inmoral”. “Esto causa un daño incalculable a la integridad de la atención médica en Irlanda y elimina a la persona humana como su enfoque principal”, añadieron.
“En nuestra cultura —manifestaron los obispos—, tenemos con razón en alta estima a los médicos y enfermeras porque se supone que siempre estarán al servicio de la vida, mientras viva el paciente. Hacemos un llamado a los católicos para que apoyen firmemente a las enfermeras y médicos que defienden la vida. Un día puede que sea tu vida”.
El Papa Francisco ha señalado que “los auténticos cuidados paliativos son radicalmente diferentes de la eutanasia, que nunca es una fuente de esperanza o preocupación genuina por los enfermos y moribundos”.
El suicidio asistido y la eutanasia se han legalizado en las últimas décadas en países como Canadá, Australia, España, Bélgica y en varios estados de Estados Unidos. En algunos de esos países, los pacientes pueden solicitar el suicidio asistido incluso si no padecen una enfermedad mortal.
No es la primera vez que los obispos de Irlanda se pronuncian contra las propuestas de suicidio asistido. En 2021, calificaron el proyecto de ley Morir con Dignidad como “contraria al bien común” y “fundamentalmente defectuosa”.
El Real Colegio de Médicos de Irlanda, el grupo de médicos más grande del país, también se pronunció en 2023 en contra del suicidio asistido. Un representante de la entidad dijo que es “contraria a las mejores prácticas médicas” y que “los daños potenciales superan los argumentos de que puede hacerse a su favor”.
En el cercano Reino Unido, los legisladores han rechazado sistemáticamente las propuestas para legalizar el suicidio asistido en los últimos años. La práctica es ilegal en Inglaterra y Gales, y los médicos que ayuden en un suicidio pueden ser condenados a hasta 14 años de cárcel en virtud de una ley de 1961.
En octubre de 2022, un proyecto de ley para legalizar el suicidio asistido en Inglaterra y Gales finalmente no se sometió a votación después de siete horas de debate y de una apasionada oposición en la Cámara de los Lores.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.