Al cumplirse 98 años del fallecimiento del arquitecto español Antoni Gaudí, ocurrido el 10 de junio de 1926, la experta italiana Chiara Curti señaló a ACI Prensa que la manera de construir de quien ha llegado a ser conocido como el “arquitecto de Dios”, especialmente reflejada en la Basílica de la Sagrada Familia, “hace entender a todas las personas que aquella historia —la historia de Jesucristo— no es una historia del pasado, sino una de hoy”.

Nacido en Reus (España) en 1852, Gaudí se destacó como uno de los arquitectos más innovadores y renombrados del siglo XX. Desde una edad temprana, mostró un notable interés por la naturaleza y la arquitectura, lo que lo llevó a estudiar en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona.

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Es ampliamente reconocido por la Basílica de la Sagrada Familia en la misma ciudad, un proyecto que emprendió en 1883 y que, pese a su fallecimiento en 1926, aún continúa en construcción. Se espera su conclusión en 2026. Este monumental templo es testimonio de su devoción religiosa y su visión arquitectónica innovadora, fusionando elementos góticos y modernistas con una rica simbología católica.

A lo largo de su vida, Gaudí no sólo se consagró como un arquitecto excepcional, sino como un ferviente creyente que buscó glorificar a Dios a través de su arte. Su profunda piedad y dedicación han permitido que la Iglesia en Barcelona avance en su causa de canonización, en reconocimiento a su vida virtuosa y su contribución a la fe mediante su obra profesional. 

Su trabajo se caracterizó también por involucrar al espectador en las historias que buscaba contar, especialmente al narrar la historia de la salvación. Así lo explica Curti, arquitecto y doctora en Humanidades, además de estudiosa y divulgadora de la obra y la vida de Gaudí, sobre la Basílica de la Sagrada Familia, su obra maestra: 

En medio del agitado contexto histórico en el que se desarrolló su máximo potencial, “podemos decir que lo que hace Gaudí es devolver a las personas aquel sentirse parte de una historia mucho más grande”, afirmó.

Después de 144 años de que se colocara la primera piedra de la basílica, que aún continúen los trabajos de construcción es indicativo de que la obra de Gaudí está viva todavía, comenta Curti, y que “todos somos parte de ella”. 

La basílica “crece, cambia y se transforma junto con las personas que la visitan”, es una iglesia que cada vez “tiene algo nuevo para decir al espectador, le interpela”, añadió.

“Esto, al final, quiere decir que la Iglesia tiene aún hoy algo para comunicar. Yo creo que la Iglesia no va a conquistar a alguien sólo por ser buena, sino también por ser bella. Esta belleza es la gran capacidad comunicadora que tiene hoy la Iglesia”, opinó Curti.

¿Cómo refleja la obra de Gaudí su visión espiritual?

La Sagrada Familia es vital para comprender la dimensión humana del “arquitecto de Dios”. Las labores de construcción iniciaron cuando contaba 31 años, desde entonces solía decir: “No soy yo quien construye a la Sagrada Familia, la Sagrada Familia me construye a mí”. 

Curti precisó en ese sentido que la espiritualidad de Gaudí se reconoce allí, en su obra maestra. “Su fe en el Señor la manifestaba en una vida de oración activa. Iba a Misa diaria, lo cual en esa época no era nada común, tenía un acompañante espiritual y rezaba el Rosario junto a jóvenes que le acompañaban en sus paseos”, destacó.

La experta italiana subrayó que en la vida de fe de Gaudí no ocurrió ningún hecho extraordinario, pero que entre las personas que le conocieron se decía que “durante las manifestaciones religiosas, era siempre el más religioso”. 

“En el Vía Crucis se arrodillaba muchísimas más veces que los demás. Participó en varias campañas en contra de la blasfemia. Se conmovía en la lectura del Evangelio. Sin embargo, en las fiestas era el más alegre. Contaba chistes y hacía reír a las personas. Era un hombre profundamente vivo, un hombre profundamente lleno de Dios”, agregó Curti.

La importancia de Gaudí para la Iglesia Católica y para la sociedad en general

A pesar de la gran alegría que representa la para los católicos un nuevo santo, que sirva como ejemplo y guía de fe para toda la feligresía, Curti considera que el foco debe ser más amplio y destacar la gran importancia que la obra de Gaudí, especialmente la Sagrada Familia, tiene para el mundo entero.

“No hay persona que no se quede asombrada delante de la Sagrada Familia”, afirmó. Es muy importante, continúa, leer los comentarios acerca de la basílica que se hacen hoy en día, especialmente en las redes sociales. “Cualquier persona, también la más inesperada —creyente o no— hace un comentario que tiene dentro un punto espiritual”, señaló Curti.

Por último, la experta recuerda la intención de Josep Maria Bocabella, presidente de la asociación de laicos que impulsó la construcción de la basílica, como un medio para “calmar los ánimos de una sociedad sometida a constantes y frenéticos cambios, y agitada por las revoluciones sociales y tecnológicas de todo tipo que se vivían a finales del siglo XIX” (y que se viven aún hoy).

En el acta fundacional, se pedía que el nuevo templo “despierte de la tibieza los corazones dormidos. Exalte la fe. Aliente la caridad. Contribuya a que el Señor se apiade del país”. Para Curti, este es el bien que aún hoy sigue haciendo la obra de Gaudí, del que aún falta aún mucho por hacer.