El sacerdote español Luis Miguel Castillo, miembro del Sínodo de la Sinodalidad por designación directa del Papa Francisco, afirma que, pese a las distintas sensibilidades dentro de la Iglesia Católica es necesario “no caer en hacer del Sínodo una feria ideológica, es decir, donde cada uno vaya a reivindicar y reclamar”.
En declaraciones difundidas por la Archidiócesis de Valencia (España), el profesor de la Facultad de Teología San Vicente y doctor en Patrología y Filología Clásica considera que el objetivo del Sínodo es “ver qué dice el Espíritu Santo a la Iglesia, que es distinto”.
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A su entender, “no vamos a fundar una iglesia, vamos a ayudar en su renovación. Esa pretensión sería osada”. En consecuencia, añade, “no vamos a hacer una deconstrucción de la Iglesia, sino simplemente a ayudar a renovar sus instituciones para responder mejor al Evangelio”.
El también rector de la Basílica del Sagrado Corazón de Valencia, que trabajó siete años al servicio de la Secretaría de Estado el Vaticano, sostiene que “hay que aprender siempre del prójimo y estar abiertos a la verdad que hay en el otro, pero sin romper la unidad de la fe, ni alejarse, ni crear ruptura con la tradición viva de la Iglesia”.
Por otro lado, el P. Castillo expone que quienes participan en el Sínodo de la Sinodalidad “no somos una instancia de decisión”, sino que elaboran propuestas que se elevan al Papa Francisco “para que luego él rece y reflexiones sobre la puesta en marcha de medidas prácticas para la vida de la Iglesia universal”.
Discernimiento sobre el acceso a la Eucaristía de los divorciados
De cara a la celebración el próximo mes de octubre de la segunda sesión de la Asamblea del Sínodo de la Sinodalidad, este sacerdote estudia asuntos relacionados con el papel del episcopado en relación con la sinodalidad, la vida de los obispos, la colegialidad con el Sucesor de San Pedro y la cuestión sobre la posiblidad de que personas divorciadas sean admitidas a la Comunión eucarística.
En este sentido, el P. Castillo asegura que la Iglesia “no quiere crear una mentalidad divorcista, por supuesto, porque iría en contra de la voluntad de Jesucristo, pero sí mostrar una apertura hacia cierto tipo de vidas que participan en la Iglesia y que estaban un poco excluidas de la Comunión”.
Parafraseando al Papa Francisco, el padre sinodal asegura que en la Iglesia cabemos “todos, todos mientras que no rompamos la unidad de la fe. Ahora bien, es verdad que cabemos todos, pero no cabe todo. Ni el Papa propone tal cosa. La Iglesia tiene que renovarse pero sin romper con su propia tradición viva apostólica”.
“Sinceramente creo que el Papa Francisco —por lo que he visto en las participación del Sínodo y en mis diálogos personales con él— quiere dejar una especie de hoja de ruta para la Iglesia de los próximos años”, añade.