Cerca de la iglesia del Santo Sepulcro en la Ciudad Vieja de Jerusalén, donde Jesús fue crucificado, sepultado y resucitó, y donde María fue testigo del sacrificio de su hijo, los cristianos palestinos se reunieron el viernes 31 de mayo para pedir a Nuestra Señora de Palestina que interceda por la paz.

Mientras una estatua de la Virgen María era llevada por las antiguas calles, numerosos creyentes elevaron sus oraciones a la Virgen María, pidiéndole ayuda para poner fin a la guerra de ocho meses en Gaza.

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Antes de la procesión, se celebró una solemne Misa presidida por el P. Amjad Sabbara, párroco de la Iglesia Latina en Jerusalén, y a la que asistió el Patriarca Latino de Jerusalén, el Cardenal Pierbattista Pizzaballa.

Los peregrinos asisten a Misa antes de la procesión mariana. Crédito: Rafi Ghattas
Los peregrinos asisten a Misa antes de la procesión mariana. Crédito: Rafi Ghattas

En su sermón, el P. Sabbara destacó la espiritualidad de la Virgen María y su fe y esperanza inquebrantables: “ella que dijo sí al ángel, creyó en la voluntad del Padre y se aferró a la esperanza ante la dura visión de la cruz”.

“Hoy, vivimos la misma escena de crucifixión y debemos, como María, aferrarnos a la esperanza de que avanzaremos hacia la resurrección y la salvación”, continuó. “Cristo vino aquí y murió aquí para hacernos héroes en nuestras historias de vida, no historias del pasado o futuro. A través de la Virgen María y su viaje de vida en esta tierra santa, podemos convertirnos en héroes y santos viviendo en el mismo lugar donde ella vivió”.

En declaraciones a ACI Mena —agencia en árabe del Grupo ACI—, el Cardenal Pizzaballa comentó: “No se puede hablar de la familia sin la madre, ni se puede hablar de la Iglesia sin María. María es nuestra madre; una madre que siente el dolor de sus hijos. Hoy, María siente el sufrimiento de su pueblo, los mira con compasión y reza fervientemente por nosotros a nuestro Padre celestial”.

La procesión comenzó desde la Iglesia de San Salvador y contó con la asistencia de cientos de cristianos junto con varios obispos, monjes franciscanos, sacerdotes y monjas. Luego se detuvo en tres lugares: la Escuela de los Hermanos, la Iglesia del Patriarcado Latino en Jerusalén y finalmente la Custodia de Tierra Santa, la sede de los monjes franciscanos.

La procesión pasó por la Puerta Nueva y la Puerta de Jaffa, dos de las puertas más famosas de Jerusalén, y por el corazón del Barrio Cristiano, donde cientos de residentes recibieron la estatua de la Virgen María rociando flores y recibiendo bendiciones.

El Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, camina con un icono de Nuestra Señora de Palestina mientras participa en una procesión mariana. Crédito: Rafi Ghattas
El Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, camina con un icono de Nuestra Señora de Palestina mientras participa en una procesión mariana. Crédito: Rafi Ghattas

Un aspecto tradicional de este evento es la participación de estudiantes de secundaria de la Escuela para Niñas de San José en Jerusalén, que llevan la estatua de la Virgen María, vestidas con túnicas marianas, con la ayuda de los Scouts Católicos Árabes.

Entre las niñas que llevaban la estatua estaba Selene Nicodemus, de 16 años, quien expresó su gratitud por esta oportunidad, señalando: “No es fácil llevar la estatua de la Virgen y marchar con ella durante esta larga distancia. Hoy, recordé el difícil viaje que vivió la Virgen María, y me repetía a mí misma: 'La Virgen siempre lleva mis preocupaciones y problemas, y hoy llevo su memoria y camino con ella por los viejos callejones de Jerusalén'. Es un sentimiento hermoso, y agradezco a la Virgen por esta oportunidad”.

Otra participante fue Marie Claire, una voluntaria de Canadá, quien expresó su asombro por la procesión, diciendo: “Lo que más me afectó fue escuchar a los palestinos cantar un himno titulado 'Oh Hija de esta Tierra y Madre de Todos los Pueblos': 'El mal ha abrumado y prevalecido, concédenos la paz'. Este himno tocó profundamente mi corazón, especialmente porque María es el refugio de los oprimidos y la consoladora de los afligidos. Hoy, el pueblo palestino necesita urgentemente consuelo y justicia, y aquí en Jerusalén, eligen a la Virgen María como su brújula en su búsqueda de sus derechos”.

La procesión concluyó con oraciones por la paz en Gaza mientras los creyentes imploraban la intercesión de Nuestra Señora de Palestina, terminando sus oraciones desde el corazón de Jerusalén con himnos y alabanzas.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.