En su mensaje por los 80 años del Desembarco de Normandía o Día D, el 6 de junio de 1944, lo que suscitó el fin de la Segunda Guerra Mundial, el Papa Francisco hizo votos para que haya paz en el mundo ante la amenaza de un conflicto global.
El Santo Padre recordó que el fin de la guerra tuvo como costo los “inmensos cementerios donde están miles de tumbas de soldados —la mayoría bastante jóvenes, y muchos de ellos llegados de lejos— quienes dieron heroicamente su vida” para restablecer la paz.
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Así lo indicó el Papa Francisco, en un mensaje enviado a Mons. Jacques Habert, Obispo de Bayeux (Francia), en el marco del aniversario del inicio de la operación militar realizada por los países Aliados durante la Segunda Guerra Mundial, que terminó con la liberación de los territorios de Europa occidental ocupados por los nazis alemanes.
El Santo Padre indicó en su mensaje que “sería inútil” recordar el desembarco “sin repetir el grito de San Pablo VI en la ONU el 4 de octubre de 1965: ¡Nunca más la guerra!”.
El Papa Francisco advirtió además que “preocupa, de hecho, que a veces se vuelva a considerar seriamente la posibilidad de un conflicto general y que los pueblos se vayan familiarizando poco a poco con esta inaceptable posibilidad”.
“¡Los pueblos quieren la paz! Quieren condiciones de estabilidad, seguridad y prosperidad en las que todos puedan cumplir sus deberes y destinos en paz. Destruir este noble orden de las cosas por ambiciones ideológicas, nacionalistas o económicas es un grave error ante la humanidad y ante la historia, es un pecado ante Dios”, resaltó.
Ante esta situación, el Santo Padre pidió rezar por quienes construyen la paz, y destacó que “querer la paz no es cobardía; al contrario, es algo que requiere el mayor valor, el valor de saber renunciar a algo”.
Finalmente, el Papa Francisco pidió rezar por las víctimas de todas las guerras: “Que Dios acoja a todos los que murieron en estos terribles conflictos, y que ayude a todos los que hoy sufren: los pobres y los débiles, los ancianos, las mujeres y los niños son siempre las primeras víctimas de estas tragedias”.
“¡Que Dios se apiade de nosotros!”, concluyó.