El Obispo Castrense de Argentina y Delegado Episcopal para las Causas de los Santos, Mons. Santiago Olivera, encabezó en Roma la ceremonia de entronización y bendición de la imagen de Santa Mama Antula, la primera santa mujer argentina, en la dependencia de la embajada de Argentina en Italia.

La ceremonia se desarrolló en la mañana del 3 de junio, y contó con la presencia del capellán castrense, P. Luis Villafañe; el embajador argentino en Italia, Marcelo Martin Giusto; el embajador argentino ante la Santa Sede, Luis Pablo Beltramino; y miembros del servicio diplomático.

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“Tener a Mama Antula como protectora es sin duda sentirnos bajo su mirada, su cercanía que nos invita a seguir a Jesús, pero también es luz que nos compromete a seguir sus pasos”, expresó Mons. Olivera al referirse a la patrona de la agregaduría de Defensa de la Embajada Argentina en Italia.

Al solicitar la entronización de la imagen, el agregado de Defensa de la Embajada Argentina en Italia, Coronel Humberto Salas, había explicado a Mons. Santiago Olivera que el pedido se fundamentaba en el ejemplo de “convicción, fe y vocación de servicio de nuestra santa, pilares fundamentales en los que se sustentan nuestras Fuerzas Armadas”. 

Durante el acto, el coronel invitó a los presentes “a seguir los pasos de esta santa argentina, que despojada de todo lo material, colmada de fe y humildad supo llevar sus días en este mundo siendo un ejemplo permanente para nosotros hombres y mujeres de armas”.

La imagen entronizada es una pintura que fue donada por María Cristina Fernández, una fiel devota de la santa y esposa de un gendarme retirado. Además, contiene una reliquia de tercer grado.

Luego de impartir la bendición, Mons. Olivera afirmó: “Santa Mama Antula nos recuerda que la santidad es para todos, la santidad no es solo para algunos, o pocos genios. Me gusta pensar que Mama Antula es la primera santa argentina canonizada, y ella, además de tenerla como protectora nos recuerda el camino que debemos transitar”.

Su figura, aseguró el prelado, nos permite “discernir para Gloria de Dios cómo debemos obrar y actuar; amar al Señor y seguirlo”.