El Papa Francisco recibió en audiencia este 5 de junio a los participantes en el taller titulado “Abordando la crisis de deuda en el Sur Global”, promovido por la Pontificia Academia para las Ciencias, a quienes recordó que no cuidar de los vulnerables y de la casa común “es un pecado humano”.

El Santo Padre remarcó durante este encuentro que “a los pueblos no les sirve cualquier forma de financiación, sino aquella que implica una responsabilidad compartida entre quien la recibe y quien la otorga”. 

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Asimismo, señaló que “el beneficio que éste pueda aportar a una sociedad depende de sus condiciones, de cómo se use y de los marcos en los que se resuelvan las crisis de las deudas que puedan producirse”.

“Después de una globalización mal administrada, después de la pandemia y de las guerras, nos  encontramos frente a una crisis de deudas que afectan principalmente a los países del sur del mundo, generando miseria y angustia, y despojando a millones de personas de la posibilidad de un futuro  digno”, lamentó el Pontífice. 

En consecuencia, reiteró que “ningún gobierno puede exigir moralmente a su pueblo que sufra privaciones  incompatibles con la dignidad humana”.

Para tratar de acabar con esta situación, el Papa Francisco destacó que sería necesaria la creación de un  mecanismo multinacional, “basado en la solidaridad y la armonía de los pueblos, que tenga en cuenta  el sentido global del problema y sus implicaciones económicas, financieras y sociales”. 

“La ausencia de este mecanismo favorece el ‘sálvese quien pueda’, donde pierden siempre los más débiles”, puntualizó.

El Papa Francisco propuso también la justicia y solidaridad como solución, al tiempo que insistió en que es indispensable “obrar de buena fe y con verdad, siguiendo un código de conducta internacional con normas de valor ético que tutele las negociaciones”. 

Asimismo, dijo que la “deuda ecológica y la deuda externa  son dos caras de una misma moneda que hipoteca el futuro”. 

“El Año Santo de 2025 al que nos encaminamos nos llama a abrir la mente y el corazón para ser capaces de desatar  los nudos de esos lazos que estrangulan el presente, sin olvidar que somos sólo custodios y administradores, y no patrones”.

Más tarde, les animó a actuar y soñar “juntos en la construcción responsable de nuestra casa  común; nadie puede habitarla con tranquilidad de conciencia cuando sabe que a su alrededor hay  multitud de hermanos y hermanas con hambre y también sumergidos en la exclusión social y en la  vulnerabilidad”. 

“Dejar pasar esto es pecado, pecado humano, aunque uno no tenga fe, es un pecado social. Lo que ustedes están haciendo aquí es importante, rezo por ustedes”, concluyó el Papa Francisco.