La Diócesis de Córdoba (España) ha despedido con gran emoción y palabras de homenaje al P. Gaspar Bustos, fallecido a los 94 años el pasado jueves 30 de mayo, día del Corpus Christi, al que consideran un “sacerdote santo” y “maestro de espíritus".
Así lo destacó Mons. Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba, durante la celebración de la Misa de exequias celebrada en la catedral el pasado sábado. Al templo, repleto de fieles y presbíteros, también acudieron otros dos prelados cordobeses: Mons. Francisco José Orozco, Obispo de Guadix, y Mons. Antonio Prieto, obispo de Alcalá de Henares.
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Mons. Fernández aseguró que “Don Gaspar ha gastado su vida por el Seminario, por formar sacerdotes, así como por dirigir y acompañar a tantos aspirantes al sacerdocio”, motivo por el cual su cuerpo ha sido enterrado en el lugar donde se preparan quienes responden a la vocación presbiterial.
“Ha dejado huellas de vida y de espíritu, de santidad por todas partes por donde ha ido”, señaló el prelado, del que se ha destacado su don de consejo “un don del Espíritu Santo que en él abundaba”.
“En don Gaspar ha rebosado el amor al sacerdocio ministerial, esa pasión al sacerdocio y la vocación sacerdotal, ya que alentaba, sostenía y acompañaba a la vocación magistralmente, por lo que sobresale en nuestra época como maestro de espíritus y formador de sacerdotes” expresó el obispo en su homilía.
Una vida entregada a tener “muchos sacerdotes y santos”
El P. Gaspar Bustos Álvarez nació en 1930 en el pueblo de Villanueva de Córdoba (España). Tras vivir los azarosos años de la Guerra Civil siendo un niño, alejado de su familia, comenzó a ayudar en la parroquia en el servicio del altar.
Pronto sintió la llamada a ser sacerdote, pero su madre le negó esa posibilidad, pues no había recursos para pagar la formación necesaria. Pocos años después el párroco vio con claridad que ese era el camino para el pequeño Gaspar, que a los 13 años ingresó en el seminario menor de Hornachuelos.
Ordenado sacerdote el 26 de junio de 1955 y comenzó a servir en diferentes parroquias y como consiliario de la Acción Católica. En 1962, fue nombrado rector del seminario menor, donde permaneció hasta 1970, cuando se hizo cargo del seminario mayor de la diócesis.
Su dedicación a los futuros sacerdotes se compatibilizó con otras tareas, como la de delegado episcopal para la vida Consagrada, canónigo de la Catedral, consiliario diocesano de la Adoración Nocturna. Desde 1987 ocupó sus días en la dirección espiritual de los seminaristas.
Sobre los futuros sacerdotes, el semanario Iglesia en Córdoba recoge, en unas páginas especiales dedicadas al presbítero fallecido, unas palabras de Don Gaspar: “Sufro con ellos, padezco con ellos, les ayudo en cuento puedo. He dedicado mi vida al sacerdocio y a la obediencia que es el camino de Dios y resulta que esta obediencia coincidía con lo que tenía en el corazón. He trabajado por lo que más he amado: por tener muchos sacerdotes y santos”.
Varios obispos hablan de la influencia de Don Gaspar en sus vidas
Además del Obispo de Córdoba, Mons. Fernández, otros prelados han expresado su sentir al conocer la muerte del nonagenario sacerdote cordobés.
“Cuando lo conocí, hace más de treinta años, lo que más me impresionó de él es que era un hombre que vivía en Dios, pero que también estaba muy metido en la realidad. Era profundamente sobrenatural y humano, amable, cercano, siempre sabía comprenderte, leer en el alma lo que Dios le pedía a cada uno”, afirma Mons. Antonio Prieto, Obispo de alcalá de Henares.
El Obispo de Guadix, Mons. Francisco Jesús Orozco, ha destacado por su parte que Don Gaspar “ha sido un padre sobre todo que ha sabido acompañarme en mis años de seminario y después ha sido mi director espiritual”. En él, siempre ha encontrado “un apoyo firme para vivir en fidelidad y en intensidad” el sacerdocio.
Por su parte, el Arzobispo de Burgos, Mons. Mario Iceta, que estuvo bajo la dirección espiritual de Don Gaspar durante muchos años, ha destacado cuatro notas de su personalidad: “ha sido un sacerdote de Jesucristo”. un “discípulo de San Juan de Ávila”, un “maestro de sacerdotes” y “una de las personas esenciales en mi vida”.
“Que el Señor le premie tantísimos dones como a través de él tantos hemos recibido”, añade el prelado.